Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo

Este Blog es para unir a un grupo de escritores Venezolanos que quieren compartir sus experiencias, impresiones y escritos. Somos un equipo. Somos amigos. Somos Creativos. Somos escritores.

jueves, 29 de septiembre de 2011




Venezuela es el único país donde se puede conversar hablando solo de animales….
una conversación entre dos amigos:


"¿Qué paso Chigüire?"
"Dime Bicho ¿qué hay?"
"Aquí Engorilado, por una Rata que me está Zamureando a la jeva..."
"Mosca que te puede salir una Culebra de ahí...."
"¡Nah! Ese es un Becerro,
le voy a meter un Burro e' coñazo a ese Gallo."
"Y como supiste"
"Ah, me lo dijo un Pajarito."
"Bueno, nos vemos porque tengo un Ratón bien fuerte y la Cuaima me está
esperando.
Chao Pescao..."

domingo, 11 de septiembre de 2011

A mi sobrina Jessica

JESSICA

 Juguetona gota de rocío que despierta a los nacarados pétalos del Alba
 con   el fulgor de sus cabellos de oro.

 Encantadora nube que viaja desbordante de alegría por el tobogán de los siete colores.

 Suave brisa de verano que acaricia las mieles de los bosques y tironea de las barbas de los duendes de los cuentos.

 Sorprendente huracán de fantasía que cobija su mágico ensueño arrollando todo lo que encuentra a su paso

 Inquieta melodía estelar que no cesa de robarse la sonrisa complaciente de los dioses

 Coqueta estrella que reclama para sí la mirada eterna de la esfera celeste.

 Amorosa ternura derretida que encoge el corazón del mas valiente, doblando sobre el suelo sus rodillas y haciendo doblegar su altiva frente.

 Mi clonsi, de tu tía con mucho amor.

domingo, 21 de agosto de 2011

Al rescate!




Soy de la generación del por favor y del gracias, del respeto a los mayores, de pedir permiso, de saludar con una sonrisa, de amar a las personas por lo que son y no por lo que tienen o me dan. Se me enseñó a tratar a la gente con amabilidad... Y a dar los buenos días, buenas tardes y buenas noches. Si eres de esta generación y te gusta como te educaron...Envíalo a tus amistades. Por el rescate de los valores

jueves, 23 de junio de 2011

LA CITA DE HOY

"Escribir no es fácil, porque para llegar hasta la página hay que vencer nuevas barreras cada día, porque es un oficio que se practica sin fin, una carrera sin meta. No es una actividad natural, a la que el cuerpo se entregue como al agua, al sol, al sueño, a la comida, o al amor. Es una decisión, a veces demencial. Un tiempo sin reloj, papeleras que se llenan, letras que bailan, libros que caminan, caras alucinadas. Escribir no es libertad, porque la persona que escribe vive torturada en un espacio de espejos y de aristas, entre lo ya escrito, lo que escribe, lo que quiere escribir, lo que nunca escribirá."


Monserrat Ordóñez

martes, 14 de junio de 2011

Aquella Venezuela de 1958


La Puya

El valor del dinero tenía otra dimensión y pese a que se ganaba poco, posiblemente éramos más felices, al menos teníamos fácil acceso a una vivienda, a un automóvil y a ciertos muebles indispensables y hay que reconocer que se comía completo. Las personas que tienen hoy menos de 55 años se van a impresionar con esta pequeña lista de precios de aquella Venezuela de 1958.
*Inicial de un apartamento o una casa modesta 10.000 ó 15.000 Bs. Las cuotas mensuales eran muy cómodas, los intereses muy bajos y los plazos muy largos.
*Un automóvil se podía comprar entre Bs 9.000 a 15.000 dependiendo de sus características y se podía pagar a crédito.
*Por el servicio de aseo urbano se pagaban Bs 6 al mes y los obreros sacaban la basura de la propia casa y volvían a dejar los pipotes en su lugar.
*Un kg de carne costaba entre 12 y 15 Bs; una lengua de res, del tamaño que fuese, costaba 10 Bs. Los carniceros regalaban las alas de pollo y de gallina.
*Una mano de cambur, que no se pesaba, costaba 0,50 Bs; una lechosa o una patilla costaba 2,50 Bs.
*El precio de un Kg de harina precocida 1 Bs.
*Una cajetilla de cigarrillos nacional  1 Bs.
*Una caja de fósforos costaba 0,125 Bs (una locha).
*Una arepa 1Bs pero si era de cochino entonces costaba 1,50 Bs.
*Una comida china, que vale hoy miles de Bs, costaba entonces entre 12 y 15 Bs por persona.
*En los restaurantes exóticos, visitados sólo por los ricos, se pagaba por 2 personas, entre 50 y 60 Bs, con 2 ó 3 whiskys.
*Los refrescos los llevaban a domicilio, la caja de 24 botellas costaba 4,50 Bs, es decir que una botella valía menos de medio (0,25 Bs).
*Un saco de cemento costaba 4,50 Bs y puesto en la obra, si se compraban más de 50 sacos salía por 4,30 Bs.
*El alquiler de un cómodo apartamento valía entre 500 y 800 Bs.
*Una casa grande en la parroquia de Altagracia o La Pastora se podía alquilar por 2.000 Bs.
*Un traje prét-á-porter (expresión francesa que significa «Listo para llevar») oscilaba, según la calidad, entre 600 y 800 Bs.
*Un buen par de zapatos, de los más finos, no pasaba de 150 Bs. 
Para que tengan una idea de cómo eran los precios, hay un restaurant en Caracas llamado “Le Coq d’or”, que es muy antiguo pero todavía existe, tiene un recorte de periódico que muestra una columna de Guillermo José Schaell, publicada en El Universal de 1958, con una foto de un cheque por 62 Bs firmado por Rómulo Betancourt como pago de un almuerzo compartido con Jóvito Villalba y Rafael Caldera. Se trataba de un poderoso almuerzo con pollo y vino por 62 Bs.

lunes, 16 de mayo de 2011

MONOKINI


La moda comenzó en Francia, Inglaterra, Nueva York y luego llegó a Caracas.
En julio de 1964, Venezuela fue noticia porque llegó a Caracas el monokini, era un traje de baño que sólo tenía la parte de abajo y las damas exhibían los senos. Entonces se armó el gran escándalo porque el prefecto de Caracas anunció multa de 2.000 Bs y arresto de 10 días para las damas que usen el monokini. El rigor de la sanción varía según las consecuencias del hecho porque esa es una gran ofensa a la moral. Las trataremos con la mayor consideración porque son mujeres pero las damas serán detenidas dijo el Dr. Luis Rivas Vásquez, quien era el prefecto.
En una tienda de Conde a Padre Sierra, de una modista llamada Carmen Lázaro, se exhibieron los primeros monokinis, acababan de llegar de París y se vendieron enseguida a pesar de que cada uno costaba 50 Bs, mucho dinero en aquel entonces. El sábado 4 de julio se armó un escándalo porque una muchacha salió a la piscina del Hotel Tamanaco con su monokini y fue detenida inmediatamente. Si el Hotel protegía a la muchacha lo cerraban.
La joven era una pintora llamada María Antonieta de Wili, que amenazó con ir a la playa con su monokini y que haría un autorretrato porque defendía sus derechos a mostrar lo que es suyo.
Otras mujeres imitaron a la pintora y al aparecer en las playas la gente gritaba ¡Monokini! ¡Monokini! y se acercaban a verlas, la policía las sacaba del mar, les ponían un saco de paño y los hombres decía ¡Que las dejen! ¡Que las dejen!

sábado, 14 de mayo de 2011

MICROVIRTUALES

Por una lesión menos grave que la de una rodilla envían al pelotero, en las grandes ligas, a la lista de incapacitados. ¿Qué están esperando?

lunes, 18 de abril de 2011

LA CITA DE HOY

La vida de cada ser humano es muy limitada: nace con un sólo sexo, una sóla familia, un sólo país. No puede elegir la época en que vive, ni el espacio: los emigrantes suelen ser mal recibidos en todas partes. Tampoco elige la clase social, ni la salud, ni su rostro, ni su estatura. Frente a todas estas limitaciones, escribir me pareció, desde pequeña, una superación. Por ejemplo: puedo escribir desde el punto de vista del perro que nunca fui ni seré, o del hombre -o de la mujer- que no soy. Leer y escribir son, pues, superaciones de las fronteras históricas de edad, de sexo y de biografía.


Cristina Peri Rossi

viernes, 18 de febrero de 2011

El gran año          

Según la periodista Ana Mercedes Pérez, el año 1906 fue el año del progreso porque había llegado junto con el alumbrado, el primer tranvía, la primera limosina y un avión biplano había volado sobre el valle de Caracas. Decía que esos acontecimientos señalaban justamente el progreso. De todos estos hechos el tranvía tiene muchas particularidades.

Pasaje gratis

Como la gente estaba acostumbrada al tranvía de caballito, conducido por un cochero y que eran arrastrados por mulas, por supuesto, al ver aquello que se movía solo sobre unos rieles decía “Estas son cosas del demonio” y salía corriendo. Entonces el inglés que trajo el tranvía estableció como truco publicitario, para que la gente se montara, el pasaje gratis. De la Candelaria a la Plaza Bolívar no se pagaba el pasaje.
   
Los picones

Muchas personas se daban cita en la Plaza Bolívar a eso de las 6 de la tarde para ver subir el tranvía, desde Cují hacia arriba. Todos comentaban “Estas son vai…s de fin de mundo, fíjate que parece un monstruo”. Los caballeros, por supuesto, no desaprovechaban la oportunidad que le daba el tranvía de agarrar “picones”.

“Picones” era cuando las mujeres tenían que bajarse del tranvía y para no enredarse se recogían la falda y entonces los caballeros aprovechaban de verle los tobillos. Claro, las coquetas se subían las faldas un poco más.

El Morrocoy

En aquella Caracas que estrenaba tranvía sucedían cosas sumamente raras. De tener un cochero pasamos a tener un motorista y un colector que recogía el dinero del pasaje. Por el hecho de manejar aquel “monstruo” el motorista pasó a ser considerado una especie de héroe. Las mujeres exclamaban: “Que hombre tan valeroso”. Los muchachos le decían “Maestro métale los 9 puntos” y el motorista le daba a la manilla y metía 9 puntos de potencia y el tranvía comenzaba a bambolearse.
Al tranvía lo llamaban morrocoy porque era muy lento. Además, en los desvíos el motorista se “cambiaba la percha” y por eso muchas veces había que esperar 20 minutos o 1 hora de retraso.

¡Ese es Eustoquio!


Los tranvías protagonizaron algunos accidentes de tránsito. Uno de ellos, el más terrible de todos, que conmovió a la gerencia en pleno de la compañía en manos de los ingleses fue éste: chocar nada más y nada menos que con el automóvil del general Eustoquio Gómez (primo hermano de Juan Vicente Gómez, que gobernó de 1908 a 1935), el hombre que tanto miedo inspiraba. Pues bien, Eustoquio Gómez venía en su Cadillac negro, por el centro de Caracas, alguien gritó “Ese es Eustoquio”, el motorista al verlo se puso nervioso, se “engalletó” y se llevó por delante el carro. Le destruyó el parachoques y Eustoquio se bajó, pero lo grave fue que se apeó con el revólver en la mano y le dijo al motorista: “Esto lo has hecho tu al propósito, bájate porque no quiero matarte ahí para no ensuciar el tranvía”. Una gran cantidad de personas intervino diciendo “¡No general!”, el conductor se arrodilló, pidió perdón  y Eustoquio llamó a la compañía del tranvía. El gerente venezolano (también había un gerente inglés) era nada menos que don Eugenio Mendoza. Cuando en la compañía supieron que Eugenio iba a hablar con Eustoquio, todos comenzaron a aconsejarle: “Mire don Eugenio, no haga eso que usted va a tener un problema. Ese hombre lo va a insultar y usted también es un individuo de mucho coraje y puede haber una tragedia. Mejor es que no vaya y mande un intermediario”. “No, yo voy” dijo Eugenio y fue a hablar con Eustoquio. Cuando lo vio le dijo “Oiga señor, usted me tiene que entregar un automóvil nuevo, ¿Cuándo me lo va a entregar?, porque yo no me quedo con este carro chocado”.

¡Quedará como nuevo!

Fue entonces cuando el gerente de la compañía de tranvías, Eugenio Mendoza, le explicó al general Eustoquio Gómez que habían mandado a pedir a Estados Unidos los repuestos, el parachoques nuevos y que el carro quedaría como nuevo, además, llegaría un mecánico del Norte a instalar las nuevas piezas del carro. “A mí no me convence eso, dijo el general, yo no creo en mecánicos del Norte, a mí me dejan mi automóvil nuevo porque la culpa es del tranvía”. El hombre llamaba cada 4 días a la empresa del tranvía, para saber si habían llegado los repuestos. Por fin un día Eustoquio pudo ver su carro nuevecito y dijo “Caramba parece mentira, pero quedó como nuevo. No me mintieron”.
 
¿Qué van hacer con los muertos?

El tranvía está lleno de muchas historias, así como una que es verdaderamente espectacular porque afectó las bases políticas de aquella Venezuela gomera.
Fueron los trabajadores del tranvía, motoristas y colectores, los primeros que hicieron una huelga general a Juan Vicente Gómez. Nadie se atrevía a promover huelgas, es más la gente no sabía lo que significaba eso. Ellos ganaban 5 Bs y pedían 1 más. El gobierno gomero llamó a toda la directiva de la compañía y anunció: “Los tranvías salen a la calle o ustedes van a La Rotunda”. Entonces toda la directiva comenzando por Eugenio Mendoza dijo: “Bueno, esto es un problema de conciencia. Nosotros no podemos obligar a esta gente a trabajar”. La Gobernación de Caracas dijo: “No, ustedes SI los pueden obligar  a trabajar y lo deben hacer porque si no los matamos”. Alguien preguntó:” ¿Y qué van hacer con los muertos? Y entonces se dice que Sayazo –no se sabe si es exageración– se limitó a decir: “Bueno, los enterramos. Un trabajo más”.

No se puede montar nadie

El día de la huelga la misma gente que antes le tenía miedo decía “¡Ay!, la falta que nos hace el tranvía”. Lo cierto es que la directiva del tranvía convenció a las autoridades que no podían resolver aquello con sangre y fuego. Pero hubo algo que agravó la situación, se dijo que los tranvías habían sido destruidos por los trabajadores y que por lo tanto no podían salir a la calle. Fue entonces cuando la gerencia representada por Eugenio Mendoza tuvo una idea luminosa: llamaron a un motorista y sacaron un solo tranvía a la calle con la prohibición expresa de que en ese tranvía  no se podía montar nadie hasta que no se les subieran los sueldos a los colectores y motoristas. “Ese tranvía es para que ustedes vean que están intactos”. Ese fue el fin de la huelga, comenzaron a ganar 6 Bs y todos salieron contentos. Aquello sentó un precedente de poder ante el gobierno “todopoderoso”.

El último viaje

En 1947 se realizó el último viaje del tranvía: de donde estaba la Cervecería de Caracas, cerca del Hospital Razetti (lugar de la planta de los tranvías), hasta la plaza Bolívar. Los tranvías caraqueños habían recorrido 69 millones de kilómetros, casi 180  veces  la distancia de la Tierra a la luna.  
Para conmemorar  los 50 años de la desaparición del tranvía, un cura “vibrador”, el padre Hilario de la iglesia de la Sagrada Familia de Propatria reunió mucha gente de la tercera edad. Hizo una fiesta bailable e hizo un concurso muy original: ¿Qué recuerda usted del tranvía? ¿Cómo se llamaban los motoristas? ¿Cuántos tranvías había en Caracas? Fue muy divertido porque personas ya otoñales y veteranas seguían suspirando por el morrocoy.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Resumen de la colección "Así son las cosas" de Oscar Yanes

Este resumen, que presentaré por partes, es un homenaje en señal de gratitud por los buenos momentos que nos ha brindado nuestro querido periodista y escritor: Oscar Yanes.
Además de proporcionarnos gratos momentos en sus incursiones en el ámbito humorístico, ha recibido varios premios por su labor literaria, como son: 
                                                                                                 
Premio Nacional de Periodismo, en tres ocasiones.
Primer Premio de la Asociación de Escritores de Venezuela en el concurso de Biografías de los venezolanos famosos, por su obra titulada "Carlos J. Bello, el sabio olvidado".
Premio “Silver Book” en 1992 otorgado por Editorial Planeta, para el libro de mayor circulación del año.
Pero sin duda, en el aspecto donde más se ha destacado y ha sido pionero, es el periodismo televisivo. Ha dirigido y protagonizado programas famosos como “La silla caliente” y “Así son las cosas”, en los que nos ha revelado interesantes, curiosos y desconcertantes hechos de la historia de Venezuela.
A continuación presento un resumen de algunos relatos de su programa “Así son las cosas”, dedicado a las personas que leen bastante pero sólo si desde la pantalla de sus ordenadores, es decir que no se leen un libro.

Dedicatoria que hizo a uno de mis libros:
                                                     
                                                                                                                                                         
Algunos temas del Libro IV.



¿Por qué los llaman Cachudos?                                
                  
En épocas remotas, los reyes de Inglaterra solían practicar la cacería como deporte para reforzar su imagen varonil de fuerza, poder y valentía. Generalmente se hospedaban en los castillos de otros nobles. Cuando el Rey llegaba a alguna de esas fortalezas, en la gran puerta de la misma se colocaba la cabeza disecada de un reno con unos cachos bien grandes para que todos los cortesanos estuviesen plenamente enterados de que el Rey pasaría la noche allí. Algunos reyes eran “pillos” (es decir, unos “pájaros bravos”) y   algunas esposas de los nobles anfitriones eran más complacientes que nobles y se comportaban como “casados”. Es decir, que cometían adulterio pero como, entre cielo y tierra no hay nada oculto, se generalizó el comentario de que al ver un castillo con cachos en la puerta significaba que al propietario le “estaban poniendo cachos en su propia casa”. Desde esa época viene la historia de los cachos.

miércoles, 19 de enero de 2011

“El Zorro”. Autor: Isabel Allende


Misión San Gabriel Alta California 1790.

Alejandro de la Vega, descendiente del Cid Campeador, era capitán. Llevaba el espíritu guerrero en la sangre de este luchador contra los moros durante el mandato de los Reyes Católicos. Además, De La Vega fue un reconocido soldado veterano de las guerras de Italia. 
El padre Mendoza dirigía el trabajo de los indios en los campos de cereales, verduras, en las viñas, sistema de irrigación, caballerizas, corrales. Hacían fina cestería, artículos de cuero.
Los soldados españoles abusaban de los indios y algunos misioneros eran muy severos en las tribus. Entonces el padre Mendoza dirigió una insurrección con el apoyo militar de De La Vega. A los insurrectos los motivaba el hecho de que un héroe indio había sido poseído por el espíritu de un lobo gris que tenía la misión de echar a los españoles de las tierras de sus antepasados donde siempre han podido cazar sin permiso.
El jefe indio de la revuelta resultó ser una bella mujer de 20 años, Toypurnia, que significa “Hija de lobo”, hija de una chamán y  curandera  llamada Lechuza Blanca y un marinero desertor de un barco español que vivió entre los indios hasta su muerte por neumonía.
Al tomar control de la revuelta el gobernador iba a dar la orden de ejecutarla pero su esposa, Eulalia de Callis,  dijo que no podían hacerlo por tener sangre española y que ella la convertiría en una dama. La sacaron de la misión y la llevaron a Monterrey donde se enamoró de Alejandro de la Vega que era 10 años mayor. Tres años después Toypurnia se convirtió en Regina y se casó con Alejandro de la Vega, quien renunció al ejército, el gobernador les regaló una hacienda espectacular.  Un año después De la Vega fue nombrado alcalde de Monterrey, reina de los Ángeles.
La pareja De la Vega instaló varias familias de indios y vaqueros mestizos en su casa, creó una pequeña fábrica de jabón y ahumó carne aliñada con chile.
En 1795 nació Diego de la Vega en el mismo mes de mayo la sirvienta Ana tuvo un hijo sin padre conocido que llamó Bernardo. Fueron educados en ambos mundos. Aprendieron las habilidades de la caza y pesca, esgrima, látigo, lazo, rodeo y las cinco virtudes esenciales de la tribu (Okahué) que son: dar de comer al hambriento, impartir justicia, vestir al desnudo, proteger a viudas y huérfanos, hospedar al extranjero y no derramar la sangre de inocentes.
García, hijo de un soldado español y la dueña de la taberna tuvieron un hijo que desde su adolescencia se reclutó al ejército. Diego pudo ir a la escuela por ser hijo de un hacendado sin embargo Diego, Bernardo y García solían jugar juntos. Un día atraparon un oso, le pusieron un sombrero pegado con brea y todo el pueblo se enteró de la hazaña y así otros niños dejaron de burlarse de García por ser  gordo.
Cuando los niños tenían casi 10 años una panda de piratas asaltó la hacienda de los De la Vega. Ana escondió a Bernardo en una cesta de ropa para que no le hicieran daño pero lamentablemente desde allí presenció la violación y el brutal asesinato de su madre. Desde entonces quedó mudo. A Regina le acuchillaron. Los piratas intentaron incendiar la casa. A Diego le rompieron, de una patada, varias costillas. El padre Mendoza les socorrió ya que Alejandro estaba en Méjico, para ese entonces, comprando muebles y otros enseres para la casa.
Lechuza Blanca enseñó a Bernardo el lenguaje de símbolos y a tocar la flauta que le servía para comunicarse. Regina mantenía a los niños en estrecho contacto con la tribu donde aprendieron los rituales especiales como el de iniciación a su condición de hombres y los puso en contacto con el Gran Espíritu para que les indicara sus destinos. Por otra parte Diego tomaba clases de esgrima y le transmitía esos conocimientos a Bernardo.
Durante el ritual de la adolescencia Bernardo conoció en los bosques a un potrillo solitario que llamó Tornado.  Diego estaba muy débil y Bernardo vio un zorro en actitud de búsqueda, Bernardo lo siguió y encontró a Diego mordido por una serpiente. Lechuza Blanca lo curó con hierbas. Como el zorro lo salvó ese era su animal totémico, su guía espiritual y por lo tanto debe cultivar su habilidad, astucia e inteligencia. Debe descubrir lo que oculta la oscuridad, disimular, esconderse de día y actuar de noche.
Con la llegada de los ejércitos de Napoleón Bonaparte la situación política en España era inestable. Alejandro pensó enviar a Diego a estudiar a Méjico pero Regina se negó. Diego se instruyó en el manejo de la hacienda, aprendió contabilidad para la administrar la fábrica de jabón y el negocio de la carne ahumada. Sustituyó la soda cáustica y le añadió crema de leche a los jabones y resultó un éxito.
Bernardo informó a Diego de los desplazamientos indígenas que realizaba Juan Alcázar, cuyo hijo Carlos era contemporáneo con Diego y Bernardo. Observaron las acciones de Alcázar incendiando chozas y al tratar de impedir tales acciones fueron apartados a latigazos. Azotaron a los indios y ahorcaron al jefe de la tribu. Secuestraron a los adultos para ponerlos a trabajar atados como animales. A las mujeres, ancianos y niños los dejaron desamparados.  Las autoridades sólo protegían a los colonos.  Alejandro fue a quejarse al cuartel, habló con Juan Alcázar, escribió un informe al gobernador y envió denuncia a España, ofreció ayuda a los familiares de las víctimas, todo esto presionado por Diego. Sus gestiones ante las autoridades, tal como Alejandro sospechaba, fueron inútiles.
Para celebrar los 15 años de Diego se hizo una gran fiesta. Su madre organizó el festejo pero como Bernardo no podía compartir la mesa por ser indio, se fue a la aldea para ver a la chica que le gustaba, Rayo de la Noche.
Como Diego iría a estudiar en España los De la Vega hicieron una fiesta de despedida en la cual Regina lució como toda una duquesa con traje de terciopelo azul y mantilla de encajes de Bruselas. La celebración de Bernardo fue en la intimidad con su amada Rayo de la Noche. Todas las familias notables acudieron a la despedida. Entre las chicas jóvenes estaba Lolita Pulido, sobrina de Juan Alcázar, que desde hacía un año le enviaba recados de amor a Diego.
El cuento del oso ya era conocido hasta en Rusia con algunos añadidos irreales. Se creía que eran dos osos blancos que Diego, a sus 8 años de edad, atrapó vivos, sin ayuda y los vistió con ropa de mujer. El oso real era oscuro ya que en California no hay osos blancos. Así como Diego ya era un héroe notable Carlos y su banda ya eran unos matones reconocidos.
Como recuerdo Diego se llevó a España un frasco de adormidera que le regaló su abuela Lechuza Blanca y Bernardo se llevó un mechón del cabello de Rayo de la Noche.
Diego y Bernardo se hospedaron en casa de un ex compañero de Alejandro durante la guerra en Italia, Tomás de Romeu con el que había mantenido contacto por más de 20 años.
Tomás de Romeu se había casado con una heredera catalana que murió al dar a luz.  Se le consideraba uno de los pocos “afrancesados” en Barcelona,  partidario de José Bonaparte y contrario a instituciones medievales como la inquisición, los excesivos  privilegios de nobles y militares.  Tomás estaba de acuerdo con la invasión que Bonaparte realizó en España en 1808 cuando, con 150.000 hombres obligó al rey a abdicar a favor de su hermano José Bonaparte. Compartía sus ideas liberales que intentaban acabar con el feudalismo y la opresión religiosa.

Barcelona 1810-1812

Diego fue a estudiar en Barcelona en el colegio de humanidades que era de las mejores instituciones en su época ya que a pesar de su cuarta parte india se le consideraba un hidalgo.  También aprendió catalán y asistió a la academia de Manuel Escalante, reconocido instructor de esgrima.
Durante el largo viaje en barco Diego y Bernardo aprendieron perfectamente a jugar cartas, ajedrez, hacer trucos de magia, acrobacias, dirigir el barco y también tuvieron oportunidad de hacer abundantes lecturas. Además, Diego aprendió a contar historias de miedo. También vivieron aventuras como cuando Bernardo se fue por la borda y Diego lo rescató. 
A pocos minutos de llegar a casa de Tomás ya Diego se había enamorado perdidamente de Juliana, la hija mayor de la familia Romeo, que tenía 14 años. La hija menor, Isabel, tenía 11 años y era menos agraciada pero muy astuta y se interesó por Diego. Desde el primer encuentro Tomás dio a conocer su admiración hacia José Bonaparte a quien consideraba ilustrado y sincero porque hablaba español y asistía a corridas de toros.  Dijo que Carlos IV (cuyo trono fue usurpado por José Bonaparte) demostró ser indigno descendiente de notables, que la reina era frívola y el heredero Fernando VII era un inepto en quien ni sus padres confiaban. Afirmó que éstos no merecen reinar y que, en cambio, los franceses eran modernos y con ellos España saldría del atraso. Consideraba invencible al ejército francés mientras Diego argumentaba que el español había hecho resistencia por dos años a la ocupación francesa.
Tomás de Romeu no era ni tan noble ni tan rico como quería aparentar. Su fortuna era la herencia de su fallecida esposa, que fue hija de unos burgueses de la industria de la seda pero él no supo cultivar el negocio sino gastar el dinero.
Entre los numerosos pretendientes de Juliana estaba Rafael Moncada, noble de considerable fortuna, sobrino de Eulalia de Callis quien había acogido a Regina. Moncada era muy insistente y mentiroso. Un día Diego y Bernardo lo sorprendieron haciendo creer a Juliana que le cantaba una serenata pero en realidad era otro hombre oculto detrás de un muro quien cantaba.
Uno de los asiduos visitantes de Tomás era el encargado de los asuntos de Napoleón, el caballero Roland Duchamp, conocido como el Chevalier. Era muy influyente y tenía espías para conocer los planes de sus enemigos, era embajador pero le rendían cuentas incluso los altos mandos del ejército. Tomás creía muy culto al Chevalier como para cometer las barbaridades de los militares también consideraba a Napoleón en la misma valía que Alejandro Magno. La hija de Chevalier se enamoró de Diego pero como no le gustaba trató de parecer afeminado ante ella y su padre. La joven le regaló un pañuelo a Diego él lo botó pero Bernardo lo recogió.
Diego visitaba de vez en cuando a Eulalia con quien compartía el deseo de alejar a Moncada de Juliana, ella quería para su sobrino a la hija del duque de Medina. Eulalia se encargaba del negocio del chocolate y era partidaria del regreso de Fernando VII al trono y aborrecía las reformas liberales.
Un día Bernardo descubrió a Moncada haciendo trampa en los naipes contra Orloff entonces el tramposo, al sentirse descubierto, golpeó salvajemente a su delator y Diego, con apenas 17 años, salió en defensa de su casi hermano, pidió un duelo a espadas pero Moncada, sabiendo las habilidades de Diego en esgrima, argumentó un fuerte dolor en un tobillo por lo que el duelo fue a tiros. Diego resultó herido en un brazo y le perdonó la vida a Moncada.  Esa noche asaltaron a Orloff y Bernardo se enteró de que Pelayo, un sirviente de Moncada, era el implicado.
Diego se reclutó en un grupo con disciplina militar  llamado “la justicia” al cual pertenecía Manuel Escalante. Los principios del grupo eran los mismos de la Okahué. Desde entonces Bernardo y Diego practicaron con más frecuencia actos de rescate y defensa de los desvalidos. Bernardo había rescatado de una agresión a una gitana, que trabajaba en un circo, llamada Amalia y resultó ser familia de Pelayo.  En otra ocasión los soldados de Chevalier atraparon a Amalia junto a otros inocentes, la encerraron en una mazmorra y los rescataron, haciendo creer a Chevalier que tenían cautiva a su hija, le mostraron, como evidencia, el pañuelo de ella que Bernardo había recogido de la basura. 
Amalia confirmó que Moncada había mandado a asaltar a Orloff pero el muy bandido sospechó que Pelayo le había dejado al descubierto y atacó al circo pero Diego y Bernardo, que ocasionalmente hacían actos de acrobacia, impidieron que Moncada llevara a cabo su injustificada venganza.

Barcelona 1812-1814

Diego tuvo un amorío con Amalia pero sólo en el aspecto carnal pues seguía enamorado de Juliana.
En Marzo 1812 los españoles aprobaron en Cádiz una constitución basada en los principios liberales de la revolución francesa. A finales de 1812 el ejército de 200.000 hombres de Napoleón Bonaparte fue derrotado en Rusia. La estrategia de los rusos era dejarles en ruinas el territorio conquistado y ocultar francotiradores entre los escombros. Napoleón quedó aislado luego el friísimo invierno unido al hambre se encargaron del resto. Sólo regresaron a Francia 10.000 hombres.
Moncada simuló el rescate a las hijas de Romeu de un asaltó planificado por él mismo pero Isabel, Diego y Bernardo se dieron cuenta de la farsa. Habían formado un trío justiciero pero Bernardo recibió una carta del padre Mendoza donde le informó que Rayo de Luna ha tenido un hijo suyo y que no lo bautizaría hasta que el padre de la criatura se presentase en California.
En 1814 Napoleón estaba completamente debilitado, las tropas francesas abandonaron España. Chevalier aconsejó a Tomás Romeu que se fuese al extranjero por el inminente regreso, en marzo de ese año, de Fernando VII a España pero Romeu no se marchó. El monarca, una vez repuesto, terminó con la guerrilla que tenía ya 6 años y gobernó con la constitución liberal de 1812. Siguió siendo un príncipe de pocas luces, pusilánime, mezquino, desconfiado y rodeado de aduladores.
Poco después Chevalier volvió a Francia con su hija pero fueron interceptados por guerrilleros que hirieron a Agnes en la cara quien se dedicó a la escritura con un pseudónimo masculino.  Un mes más tarde Bonaparte fue obligado a abdicar al trono de Francia,  fue deportado a la Isla de Elba, sin embargo le permitieron conservar el título de emperador. A la sublevación de España se sumó Prusia, Austria y Gran Bretaña. Al día siguiente Napoleón intentó suicidarse, en España el regocijo se torno al poco tiempo en violencia. Como el rey estaba aislado por el clero católico, las fuerzas más conservadoras de la nobleza, el ejército y la administración pública revocaron la constitución de 1812 y las reformas liberales haciendo retroceder al país en pocos meses a la época feudal. Se restauró la inquisición, más radical que antes, los privilegios de la nobleza, el clero y los militares se extremaron y la educación fue censurada. Se desencadenó una persecución despiadada de disidentes y opositores, de liberales, afrancesados y antiguos colaboradores del gobierno de José Bonaparte. Regentes, ministros y diputados fueron detenidos, 12.000 familias tuvieron que buscar refugio en el extranjero.
Eulalia de Callis ofreció ayuda a los hambrientos sin importar el bando al que pertenecían y envió familias de refugiados a Francia. Su sobrino entró al cuerpo de oficiales del ejército monárquico, católico y tradicional.
Tomás Romeu se fue entonces a un caserío que data del año 1500 en Lérida.  Diego no fue con él para colaborar con “la justicia” enviando refugiados a Francia o Inglaterra, que había combatido a Bonaparte. Se dedicó tanto que dejó el colegio de humanidades.
Moncada intentó tomar por la fuerza a Juliana y Diego la defendió. Tomás Romeu fue secuestrado y llevado a la Ciudadela. Juliana ofreció casarse con Moncada a cambio de la libertad de su padre pero en lugar de favorecerlo trató de ejecutarlo y luego se supo que había sido él quien lo denunció para que las hijas quedasen desamparadas y bajo su control. Diego pidió ayuda a Eulalia quien sólo ofreció comprar las propiedades de Romeu y facilitarles la partida a sus hijas.  Cuando Juliana reclamó a Moncada por haber denunciado a su padre éste la atacó, Diego intervino con su espada y fue Isabel, quien impidió con gran destreza que la espada de Moncada atravesara a Diego. Dejaron encerrado al atacante en la biblioteca de la casa de los Romeu con algunos alimentos y una salida secreta.

Viaje de las hijas de Romeu a California. Finales de 1814 y comienzo de 1815

Antes de partir dejaron al sirviente de Moncada la misión de entregar dos días más tarde a Eulalia las llaves y las instrucciones para sacar a su sobrino de la biblioteca, en caso de que no lo averiguase por su parte. Diego, las niñas Romeu y la cuidadora de ambas, Nuria partieron a América por el puerto Atlántico de la Coruña, ocultos bajo túnicas de peregrinos, hicieron pasar a las niñas como varones desfiguradas por la peste. Pidieron hospedaje en una cabaña y resultaron ser unos ladrones sanguinarios que intentaron abusar de las niñas. Diego las defendió y lograron huir con los caballos de los bandidos. Luego se encontraron con los gitanos Amalia y Pelayo que les ayudaron a pesar de sus creencias. Los gitanos durante muchos años fueron perseguidos por los franceses y por lo tanto eran muy  desconfiados creían en la mala suerte, que las mujeres son impuras de la cintura para abajo, las consideraban inferiores por lo tanto no pueden pasar por delante de los hombres no tocarlos porque los contaminaban, creían que siempre estaban rodeadas de espíritus que había que apaciguar con hechizos, que los muertos estaban enojados por su condición y querían vengarse. Después de pasar una temporada con ellos lograron contactar con el capitán del barco que los llevó a Barcelona para que les permitiese viajar a América en su barco “Madre de Dios”. Atravesaron por una terrible tormenta y cuando ya parecía que alcanzaron la calma, un barco pirata los secuestró.
El corsario capitán de los piratas, Jean Laffite,  se enamoró de Juliana  y, lo peor, ella también se enamoró de él. Era casado pero su esposa estaba muy enferma, vivía con el hijo pequeño de ambos y la madre de Jean. Fue ella quien hizo todo lo posible por unir a Juliana con Jean para que ella se encargase de su nieto en cuanto muriese su hija. Diego perdía lenta y  dolorosamente las esperanzas de conquistar a Juliana.
Después del ataque de los piratas el “Madre de Dios” quedó inservible, entonces sacaron todo lo que se pudo antes de que se hundiese. Diego ofreció rescate por las mujeres pero debía esperar a que su padre le enviase el dinero. Jean y su hermano Pierre eran los corsarios más temidos de aquellos años; en tierra firme eran hombres de negocio, que vendiendo todo lo robado, obtuvieron muchas tierras en Grande Isle, Luisiana. Jean había estado preso varios meses. El gobierno de Nueva Orleáns harto del contrabando, los secuestros, tráficos de esclavos y actividades ilegales de los Laffite puso precio de 500 $ a sus cabezas. Mientras que Jean puso precio de 1500$ por la cabeza del gobernador.
Nueva Orleans era uno de los principales puertos americanos por donde salía tabaco, tinta, azúcar y entraba de todo. Reina la ilegalidad, alcohol, burdeles, juego, allí la vida comienzaba al ponerse el sol.  Diego ganó dinero en un casino para pagar el rescate que debía a los piratas. Aunque las niñas habían tragado sus prendas y las recuperaron de sus heces no utilizaron ese dinero para comprar su libertad sino la de los esclavos de Laffite. Jean sólo les cobró una parte del dinero que Diego y las niñas tenían gracias a su interés por Juliana.  Al cabo de un tiempo murió la esposa de Jean y se casó con Juliana. Esto destrozó el corazón de Diego.

Primavera de 1815

Diego, Isabel y Nuria se embarcaron en una goleta en el puerto de Nueva Orleans con destino a California. Al llegar Bernardo los aguardaba con varios caballos desde hacía una semana gracias al mensaje telepático que recibió de su “hermano” Diego. Bernardo les indicó que fuesen a la misión de San Gabriel. Los campos del padre Mendoza estaban llenos de maleza, los techos con pocas tejas, todo lucía bastante abandonado.
El padre Mendoza le dio la mala noticia de que los padres de Diego se habían separado 5 años atrás, cuando Diego partió a España. Su madre se había regresado a la tribu y ahora usaba su nombre indígena nuevamente, Toypurnia. Alejandro de la Vega estaba triste pero enfadado con ella, no quería saber nada de ella. Se dedicó a la hacienda y sus negocios pero dejó su cargo de alcalde.
Rafael Moncada por su parte, tenía el cargo de plenipotenciario del rey Fernando VII, su poder era superior al del gobernador y jefe militar de la plaza.
Los miembros de la tribu eran perseguidos por Moncada así que llevaban una vida nómada y por ello no tenían plantaciones como antes.  Le entregaron a Diego un hermoso corcel negro que era el animal totémico que Bernardo había encontrado durante su ritual de iniciación.
Poco antes de la llegada de Diego, Moncada había confiscado la hacienda de los De La Vega para convertirla en residencia y cuartel,  arrestó a Alejandro acusándolo de insurrección para independizar California del reino español. Alejandro estaba recluido en la prisión de El Diablo. Por otra parte, le negaba recursos al padre Mendoza y le quitaba ayudantes para trabajar la tierra, sólo le dejaba ancianos, mujeres y niños. Utilizaba a los indios jóvenes y fuertes para el negocio de las perlas que eran consideradas de más valor que el oro y la plata. Moncada y Carlos Alcázar, jefe de la prisión El Diablo, se enriquecieron sin medida explotando los bancos de ostras de la zona norte, cerca de los Ángeles.  No le permitían la entrada al padre Mendoza a la cárcel para que no visitara a De La Vega, quien ya estaba débil, anciano y lo tenían en muy malas condiciones; era el único blanco en la cárcel. Diego no podía perder tiempo en ir a México a hablar con el virrey para mediar por su padre y el gobernador argumentó no tener poder sobre Moncada. El encuentro con García fue emotivo y se manifestó a favor de Alejandro pero Moncada lo amonestó por eso.
Diego y Bernardo, que para entonces tenían 20 años, debían resolver esta situación con las triquiñuelas y la habilidad del Zorro. Espiaron a Moncada a través de los pasadizos de la hacienda y allí juró defender los principios del Okahué: honor, justicia, respeto, dignidad y valor para defender a los débiles y luchar por la justicia. 
Bernardo se enteró de que un nuevo cura visitaría la prisión, Diego aprovechó la oportunidad para hacerse pasar por el nuevo padre, se disfrazó con un hábito viejo del padre Mendoza, cabellos de su abuela Lechuza Blanca y los lentes de Nuria. En el camino se encontraron con una chica que solía ir a visitar a los presos, en su compañía los soldados permitieron fácilmente el acceso. Esta chica era prima de Carlos Alcázar y por lo tanto tenía influencia entre los soldados. Un indio ciego le acompañó a la prisión pero el indio se dio cuenta que el olor de Diego era de cola de pegar y pelo de indio, Diego le pidió ayuda y le puso en la mano las plumas de Lechuza Blanca entonces el indio ciego lo llevó donde Alejandro que estaba muy deprimido y maltratado. Diego llevaba debajo de la túnica de monje el disfraz de Zorro y dentro de una cruz la espada, después de la cena simularon un incendio en la prisión. Bernardo le apoyó desde afuera con bombas, cuerdas y caballos, entre ellos a Tornado. Entre los tres  consiguieron una salida que daba hacia un sitio sagrado de los indios. Rescataron a Alejandro y lo llevaron a la aldea de Lechuza Blanca donde recibió todos los cuidados necesarios para restablecer su salud.
Moncada sospechó que Diego había liberado a Alejandro y que era el Zorro, lo hizo prisionero en su propia hacienda, en un cuarto sin ventanas, piso de tierra y paredes de adobe durante 2 días y medio, el mismo tiempo que pasó Moncada en la que fue la casa de Thomas Romeu. Cuando Moncada interrogó a Diego acerca de la huida de los presos pasó Isabel disfrazada de Zorro y los soldados fueron a capturarlo. Con Diego quedó un sólo soldado que Bernardo sometió rápidamente haciéndose pasar por Zorro también. Moncada envió a capturar al padre Mendoza y a Isabel pero Zorro salió del pasadizo secreto y atacó a Moncada, los soldados intervinieron torpemente, como en la película, a uno de ellos se le escapó una bala que rozó a Moncada. García colaboraba con la justicia haciendo su labor de forma torpe y lenta entonces Zorro obligó a Moncada a sentarse y a leer en voz alta un documento donde confesaba haber incitado a los colonos a rebelarse contra el rey y declarar independiente a California. Esa traición se pagaba con la muerte, además la familia del acusado perdía sus bienes y el honor. Además en el documento confesaba la explotación desmedida de las perlas y la esclavización de los indios. Le obligó a firmarlo y le talló una Z de Zorro en el cuello debajo de la oreja izquierda. Un rugido de dolor y de ira escapó del pecho de Moncada. Zorro también obligó a García a firmar como testigo, quien lo hizo con una sonrisa, selló el documento con el lacre de Moncada y Zorro se lo guardó en el cinturón. Además le obligó a que tomase un barco dentro de 2 días y se fuese de California de lo contrario presentaría la carta a los tribunales. Zorro se marchó con un lote de perlas. Moncada y García llamaron a los soldados pero se alistaron muy lentamente y Zorro tuvo tiempo de escapar. Dos días más tarde Moncada se embarcó en la nave Santa Lucía acompañado de cerca por Diego, Isabel y el padre Moncada para disfrutar de ese momento y asegurarse de que se marchaba. Diego para regodearse en su triunfo le preguntó a Moncada ¿Por qué se va tan pronto? … ¿Y esa herida en el cuello? Realmente disfrutó la cara de impotencia que mostraba Moncada a su partida.
Diego enseguida aclaró la situación legal de su padre, hizo arreglos en la hacienda para el regreso de sus legítimos dueños y preparar el pasadizo secreto como la guarida del Zorro. Diego se sorprendió gratamente cuando confirmó que fue Isabel la que apareció disfrazada de Zorro durante el interrogatorio que Moncada le hizo.
La muchacha le había seguido cuando Diego y Bernardo fueron a la cueva la primera noche que desembarcó en California. Les espió durante el juramento en la cueva, cuando Diego y Bernardo acordaron que Bernardo se disfrazaría de Zorro cuando fuese necesario. Nuria ayudó a hacer el traje.  Los tres Zorros formaron un círculo dentro de la antigua Rueda Mágica de los indios que habían trazado con piedras durante la infancia. Con un cuchillo se hicieron un corte en la mano izquierda, entonces exclamaron  al unísono ¡Por la Justicia! mientras la sangre goteaba al centro del círculo y del fondo de la tierra surgió una luz incandescente que bailó en el aire durante varios segundos. Era la señal del Okahué prometida por la abuela Lechuza Blanca.

Alta California 1840

La cronista de la historia es Isabel; escribió este relato 30 años después de conocer a Diego en 1810.
Los padres de Diego habían hecho buena amistad mientras Alejandro estuvo recuperando su salud en la tribu pero ese año murió Toypurnia en su tribu. Alejandro y el padre Mendoza murieron el año 1831 durante la epidemia de influenza.  Bernardo crió varios hijos y administró bien la hacienda de los De La Vega, ha multiplicado su fortuna y la de Diego quien sigue ocupado en hacer justicia.   
A pesar de la colaboración que Laffite prestó a los americanos éstos arrasaron con el imperio Laffite en Grande Isle, Luisiana, entonces Jean se compró un rancho en Texas, se cambió el nombre y se fue con Juliana y su familia compuesta por el hijo mayor de Jean y los 7 hijos y 4 nietos de ambos. Continuaban amándose como al principio.
A Carlos Alcázar lo despacharon a tiros en una taberna de San Diego poco después del encuentro con Zorro. Según se dice fueron matones a sueldo contratados por Moncada cuando supo que Alcázar le hacía trampa en el negocio de las perlas. A la muerte de Alcázar, Zorro se aventuró a cortejar a Lolita, que años antes se interesaba por él, estuvieron casados por 2 años pero ella murió al caerse de un caballo. Años después Diego se casó con Esperanza quien también murió trágicamente. A Zorro se le cayó el cabello por los años mientras Isabel, sólo se le veían algunas arruguitas y algunas cicatrices por la lucha a favor de la justicia. Diego había pretendido casarse con Isabel cada vez que le fallaba alguna de sus novias o se quedaba viudo pero, aunque Isabel continuaba enamorada de él, se negaba al casamiento por temor a morir como las anteriores.  Cuando otro Zorro le sustituya quizás se podrían casar.

sábado, 1 de enero de 2011

Caracas, 25 de julio de 2010.
Autor: Leopoldo Benítez Ortiz



LLEGA LA MUERTE

Una noche como cualquier otra estaba yo preparando mi agenda de trabajo para el día siguiente, el teléfono sonó y yo atendí para ser el primero, en la casa, de enterarme que a Armando lo habían matado hacía una hora. --“Sucedió lo que esperábamos hace tiempo. Mataron a Armando en un enfrentamiento y…bla , bla, bla”.

Cuando colgué me quedé pensativo, aquel muchacho no pasaba de veinte años y ya era una leyenda entre sus familiares y amigos que decían y comentaban que sus tempranos pequeños robos habían pasado a un tenor mayor, armas y bandas, aunque en ellas no tenía una ocupación definida.

Debo confesar que me cuesta todavía pensarlo como un bandido, realmente no conocí que robara, pero cuentan que le endilgaban algunos muertos y que el consideraba que eso era mentira, al menos no eran tantos como decían y aunque eso era motivo para pagar muchos años de cárcel, a esta él le tenía mas miedo que a la policía y, tal como lo confirmó, a la muerte.

Sigo sin imaginarme cómo el estar en una cárcel podía ser algo tan funesto para ese joven, yo siempre pensé que en ella los malos se hacían mas malos y también más profesionales en sus actos ilegales, al menos eso es lo que se desprende de todas las páginas rojas de la prensa, los que matan y asesinan tienen prontuarios, los que asaltan y roban tienen expedientes abiertos, y cuando uno lee que asaltan o asesinan una y otra vez, se concluye que hay algún sitio donde ellos aprenden a no tener sentimientos.


LA LARGA VÍSPERA

Armando tenía una apacible vida, levantarse tarde luego de una noche en vela, trabajando en la ronda del barrio, vigilando que ningún extraño penetrara el territorio que le dieron a él y a otros para resguardarlo. Desayunar o comer y salir a deambular, visitar a los amigos o realizar diligencias, ir al banco, al cajero automático, tomar un refresco, caminar metiendo el ojo aquí y allá.

De vez en cuando se paseaba por algunas avenidas, siempre acompañado por sus más íntimos amigos, cuidándose de ser reconocidos, mejorando la pericia de distinguir policías donde una persona cualquiera no los detectaría. También ese vagar por las calles permitía identificar los carros de la ley, los que no llevan distintivos y, por supuesto, conocer algún legal a través de un pana, de un amigo muy cuerdo.

Pero ese deambular, ese disfrute de la brisa en el rostro, de saborear con la vista los cuerpos hermosos de las mujeres jóvenes del barrio, tuvo que dejarlos un día porque muchos querían matarlo, y esos muchos incluía a miembros de la otra banda y a familiares de los muertos, porque cuando se mata al de otra banda y los hermanos y primos son iguales al asesino y al asesinado, entonces el mundo se vuelve chiquito y se tiene que esconder fuera del barrio, fuera de la ciudad.

Y escondido en el campo, en medio del monte, confundido con los campesinos, Armando vio pasar algunos meses hasta que un día creyó que todo estaba más calmado aunque en ese mundo de pasiones desatadas, e irónicamente controladas, todos esperaban el momento de su venganza.


LLORAN LAS MUJERES

La madre del ahora perseguido, vivía su angustia y su tragedia con una calma que pasmaba a quien la escuchara, una vez, en una tarde capitalina, hacía dos meses, estuvo sentada con un amigo de ella y su familia, una persona que no participaba de la cultura del barrio, un ciudadano como él mismo se proclamaba. En ese encuentro ella le contó que había tenido una conversación con su hijo, le había dicho, a manera de reflexión, que él sólo estaba defendiendo a los mas poderosos en la banda, a quienes tenían dinero y maneras de obtenerlo, y él sólo era un peón sin sueldo, que un día lo iban a matar y que iba a ser por nada, él no obtenía beneficios de ningún tipo.

Mucho mas refirió aquella madre que no lloraba mientras relataba la vida de su hijo, y a quien la escuchaba –gerente de una cadena de tiendas-- le costaba entender aquella situación porque en su vida, amigos o vecinos, cuando alguien tiene problemas con un hijo contrata a un sicólogo, a un siquiatra y comienza a sanar al hijo, pero en caso contrario se acepta la situación y se procede a esconderla de los vecinos, se aprende a disimular que las manzanas podridas siempre existen.

Esa madre no pudo enterrar a su hijo, estaba lejos del sitio del velorio y un cuerpo tiroteado se descompone rápidamente, a ella se le oyó el llanto por teléfono porque además tampoco tenía dinero para llegar al entierro, lo hizo meses después. El amigo que recordó lo que hablaron, de alguna manera entendió que si la familia hubiera tenido dinero habría podido pagar por su protección o sacarlo del país, pero era una familia pobre, que ahora tenía un muerto.

Las tías y familiares mujeres no soltaban lágrimas en aquel velorio, todas estaban pendientes de ocultar el sitio para que los miembros de otras bandas no vinieran a tirotear a los presentes. El silencio para proteger a los vivos, mientras se velaba al muerto, era lo que ayudaba a que no lloraran las mujeres, en tanto, los escasos hombres caminaban de un lado a otro disimulando los nervios y el temor de ser asaltados, algunos allegados llegaron tímidamente a dar el pésame casi silenciosamente y de la misma manera partían. Aquella estrategia dio resultado positivo, la marcha fúnebre salió al día siguiente sin contratiempo.

La novia que tanto admiraba el porte de actor de su novio, se mimetizaba en la gente que asistía al velorio, y un tanto hizo en el entierro, nadie la escuchó llorar ni quejarse, de su boca no salió ninguna palabra de venganza, no tenía espacio para eso, tan sólo para el recuerdo de aquel ser que tenía una sonrisa maravillosa y fresca, una serenidad aun en el momento de la huida, una tranquilidad y seguridad para morir.

EL ENTIERRO

Algunas personas no piensan en la familia del difunto, no saben de la lucha de algunas familias para que sus hijos, él o ella, no caigan en malos pasos o, como diría algún cínico, no den pasos inseguros en el mundo del delito, donde el más fuerte y el de mayor creatividad sobrevive.

Durante el entierro algunos temieron disturbios, tiros al aire y gritos de guerra contra el mundo, delirios de perseguidos y perseguidores a voz en cuello. Pero nada de eso sucedió, cada quien se encontraba a la expectativa de mantener el silencio y unos rezaban y otros pedían, que nadie quebrantara el recogimiento de aquel momento y el último adiós al amigo.

Luego de que entierran al difunto, familiares y allegados se quedan deambulando alrededor de la tumba y hablan y comentan noticias, trivialidades, y hasta frases sin sentido. Unos a otros se presentan y establecen una familiaridad que, puertas afuera del cementerio, se perderá y en ese ambiente los amigos del fallecido rodean la fosa y comienzan a ingerir la bebida preferida del que partió mientras oyen un reguetonero que exaltaba la muerte como el distintivo de los valientes, de los que se burlan de convencionalismos, como lo eran ellos.

Dentro de aquel elenco resaltaban una señora y un señor de grises canas que se sentían , cada uno por su lado, extraños en aquel grupo, la señora resumía todo lo que había oído en esas horas, la tensión de aquellos momentos y creía conocer a muchas personas de las presentes, entre ellas, a la novia del joven muerto, de Armando, y recordaba cómo aquella muchacha hablaba tan bien de su casi esposo, de lo trabajador que era, de lo viril y original de su conducta, de los valores que defendía con su arma y de lo echado pa´lante.

En aquella tarde opresiva, de camino a casa, el señor canoso, mestizo latinoamericano, casi blanco y casi indio, pensó en Armando y aceptó su valor al enfrentarse a tiros a una patrulla de la policía, él y su compañero y amigo, detrás de un árbol como en las películas gringas, pistola en mano y asomando y escondiendo la cabeza, tratando de precisar los blancos que, parapetados detrás de la patrulla, disparaban respondiendo a los jóvenes bandidos.

El señor y la señora coincidieron en un café, se reconocieron y hablaron sobre los acontecimientos que se narran en esta historia y no llegaron a ningún acuerdo sobre la calificación de bueno y malo de los pistoleros y tampoco lograron acuerdo sobre la desproporción de la policía que, al rato del tiroteo, sumaba ya varias patrullas y más de treinta policías disparando como práctica en vivo y logrando matar a los bandidos con tiros de ametralladora.

Los conceptos de malo o bueno iban de un lado a otro en la conversación que se enmudecía a ratos y la señora y el señor y la mujer habló sobre lo que Yocsibet, la novia de Armando, comentó a quienes quisieron oírla: - Ni ella ni él habían cumplido los dieciséis años cuando se conocieron en el barrio, no estaba segura de si fue en una fiesta. Se miraron una vez, no se comieron con los ojos a pesar de lo apuesto de él y a sabiendas de lo atractiva que ella ya sabía que era, sólo fue verse y comenzar a hablar como si hubieran andado junto muchos años y con la misma decisión conocí sus gustos y lo vi hacerse un aceptable disparador.

La señora del pelo canoso evocó el velorio y la novia narrando su historia de amor y entonces, como en un arrebato de compartir un secreto, giró su cabeza aproximándola hasta la del hombre y, en un tono muy bajo, le comentó que oír a la novia contar esas aventuras de malandros y bandidos, viendo su rostro bello y apacible le hizo pensar que “no parecía una muchacha mala”. Y el hombre canoso asintió con la cabeza y musitó quedamente: --“No parece una muchacha mala”.
MURIÓ ACRIBILLADO PERO EN SU LEY


I.- Brujo, Magia Negra. Maldad

En algún lugar del mundo, en el remoto pasado, en la noche misma de los tiempos, un oscuro personaje, perteneciente a una tribu negra, había descubierto sortilegios y rituales en los cuales se internaba en cuerpo y alma a la luz del fuego que, en la noche, encendía para darse calor, alumbrarse y, también para cocinar sus pócimas.

Su poder era temido y su seriedad respetada, su seño fruncido sólo se aligeraba, extrañamente, en días de mucho sol y, por la noche, sus cejas casi se unían buscando proteger los ojos de luces incandescentes o de miradas curiosas. Caminaba durante horas, al caer el sol, para buscar el sitio ideal para estudiar, conjurar y conectarse a las estrellas y al cielo infinito para redimirse a la inocencia, para renacer de nuevo buscando el camino glorioso del poder de la eternidad.

Durante los últimos tiempos algunas mujeres se atrevieron a dirigirse a él para poner en duda la benevolencia de su conocimiento, le reclamaron en mitad del pueblo por su magia negra, decían que usaba mañas para embrujar a las personas, por cuenta de otras o por iniciativa propia. Algunas le gritaban que desde la eternidad los dioses del bien le pedirían cuentas y él las oía y, sin cambiar su semblante serio, por dentro de su alma, él se reía, pero no con la risa de los que ríen de chistes y cuentos graciosos, sino de los que ríen de la inocencia de la gente.

Jamás dudó de su relación con el poder que todos temían, ignorantes de lo que aquello significaba, le tenían miedo a la magia negra y a la blanca, a la amarilla como a la roja, e inclusive a la azul, todo era un descalificar y temer, temblar de miedo, chirriar de dientes, pero él nunca tuvo miedo de la magia que poseía, de ese don que los dioses le habían dado.

Años de trabajo y de encuentros con hombres y mujeres tan solitarios como él, pero con grandes conocimientos para compartir, durante semanas y noches como estrellas, en las cuales ensayó hasta alcanzar esa forma que lo conectaría permanentemente con el futuro. Con orgullo trabajaba la maldad o con lo maligno, ¡qué importaba aquello!, sin esta maldad, sin seres realmente odiosos, malvados o hechiceros de negra magia, cómo podían descubrir eso que celebraban como la felicidad, lo bello, lo sutilmente hermoso.

Hacía mucho tiempo había entendido que sólo había un Dios, escrito con mayúscula, pero que en los pasos de un pueblo, este emergía a mejores ideas y modos de vida cuando adoraba a varios dioses pequeños, primero memorizar una historia, luego otra, una experiencia por vez y poco a poco sumar formas de hacer el fuego, matar un jabalí, amansar un animal grande o pequeño.

En ese aprendizaje, mientras se aplaca el hambre, siempre viva y mortífera, él había descubierto la fuerza invisible del amor, pero también la del odio, y podía unir plantas y mezclarlas produciendo efectos en otros, aniquilando a los débiles, fortaleciendo a los atrevidos y menos miedosos, acabando con la vida de los presuntuosos y los descuidados, pero todo eso le llenó de lecciones, y entendió el fin sublime de trabajar con la maldad y se juró que conseguiría la manera de caminar en el tiempo, de traspasar las noches del futuro.


II.- Muchacho y recuerdos de niño. Despertar con ojos de asesino.


Estaba parado en la calle de la curva vieja, acera y muro parecían un balcón del barrio que asomaba sobre la ciudad de Caracas, el aire refrescaba mi cara y contemplaba la ciudad y hasta mi llegaban los ruidos de aquella mañana, distantes y, a ratos, muy subidos de tono.

La ciudad estaba envuelta en una neblina, algo increíble que ocurriera a las diez de la mañana, pero ese azul transparente era una nube disuelta en plena ciudad y quizás un carro pasando aceite contribuía a ese paisaje dentro del cual mucha gente trabajaba. Jamás se incorporaría a alguno de aquellos trabajos, no lo haría, todos le pagarían muy poco, lo exprimirían todo lo que les diera la gana y le dirían estupideces para halagarlo, para ganarlo para hacer más trabajo.

Ni de casualidad permitiría que lo explotaran, ni siquiera para mantener a la chama, ella lo comprendía y sabía que era su manera de vivir, nunca como su mamá que le pedía, un día sí y otro también, que trabajara, que dejará la vagancia y ¿a cuál vagancia se refería ella?. Armando prestaba atención a otras cosas, el conocía gente importante en el barrio, sabía quienes eran amigos y quienes los enemigos.

Las bandas proliferaban por allí, pero mientras nadie se metiera en el barrio del otro, en el negocio del otro, todo marcharía bien, en la mejor “panadería”, puro amor y comprensión, ja ja ja ja. Y en ese pensamiento estaba cuando apareció “el bichito”, el pana de siempre, se sentó encima del muro y al rato “el pepe” se vino con la música y ese reguetón que tanto me gusta, le canta a la muerte, a lo macho que se necesita para morir en la pelea.

Y ese recuerdo se esfumó cuando pestañeó y vio la luces de la ciudad, entonces recordó que en una noche similar, en plena madrugada, “el bichito” y él vigilaban armados que la otra banda no llegara al terreno de los panas, esa noche oscura no había luna llena, no era mucho la claridad y era la primera con armas de verdad.

Ruidos y disparos, a mi pana lo mataron y me tocó llevarlo al hospital, un accidente, fue un accidente y yo tuve que huir, me buscó la policía y la familia del pana, todos para matarme y sólo mi mamá y mi novia para salvarme. Esconderme fue aburrido, irme del barrio al campo a un trabajo burda de fastidioso, sin emoción y sin música.

Mi vieja estaba de lo más embroncada conmigo, me llegó a decir que no podían pagar los rescates que por mi pedían para no matarme, me reclamó que yo defendía a unos panas delincuentes y a cambio no recibía nada, que me iban a matar sin dejar ni un cobre a nadie. Mi pure no entendía que los panas son primero, que la vida es esta aventura y que cada día es un turuleque.

Y yo me moría de impotencia viendo a mi hijo perderse en el barrio, a ratos vi la pistola y muchas veces me llegaron cuentos de sus andanzas, yo sabía que algunas eran mentiras, pórtate mal y te agregamos muchos crímenes, qué rabia que mi hijo no entienda.

La negra miraba hacia sus recuerdos y no sabía que sentir, ya no había impotencia con rabia, ahora sólo sentía el aire de la noche entrar por la ventana y llevarle paz calmándole la angustia, pero rabia no tenía, mucho dolor pero no rabia. Lo recordaba de niño, con sus ojos hermosos y negros, alegres siempre, con una sonrisa grande y pícara que permanentemente lo acompañó hasta la muerte.

De niño se levantaba de repente, sobresaltado y despierto, y se agarraba a los bordes de la cuna viendo a todos lados y me daba miedo porque se sentía que era un hombre el que ahí estaba, hasta mis huesos llegaba su mirada llena de maldad, lo percibía como un asesino, se me erizaban los vellos al sentirlo y verlo, y cuando el terror iba a nacer en mi, lo veía pasar de nuevo a niño, mirarme con sus ojos dulces de siempre y acostarse a dormir.

Si hubiera sabido qué hacer, si todos hubiéramos adivinado cómo proceder entonces, quizás, a lo mejor, él hubiera estudiado o estaría trabajando o a lo mejor fuera un malandro respetable como muchos que conozco. Pero ninguno supo qué hacer, a dónde acudir para cambiarle la vida por una nueva, al menos, más segura y yo no estaría acá soltando una lágrima ahora y otra más tarde porque él ya no está.


III. Madre con adosamiento. Conjuros.


Nunca entendió por qué la maldad era un asunto del que la gente evitaba hablar, y ese comportamiento era habitual aun en la más sencilla, humilde y pobre como la del pueblo donde nací. Muchas personas evitaban cruzarse en mi camino pero todos me buscaban cuando el miedo o temor, el odio o la necesidad de vengarse necesitaban herramientas para llegar hasta personas lejanas, ocultas o de poder, entonces las veía mansas, pacientes y prudentes a mi lado, viéndome o queriendo hacerlo.

Una de las razones del miedo a mi persona es la creencia de que los que amamos la maldad, los que respetamos el odio y trabajamos para que otros seres humanos reciban una porción de castigos, somos capaces de hacernos invisibles, de traspasar muros, de aparecer en los sitios más extravagantes y retirados, en fin, de ser unos seres inesperados.

Pero esas condiciones mágicas que nos describen, también identifican a los que ellos en su lenguaje llaman buenos, esos también tienen las características de volatilidad, apariciones y capacidad para hacer conjuros, porque los buenos también odian y lo llaman protección, castigan pero le dicen justicia, levitan y dicen que es elevación espiritual, se trasladan a donde quieren, invisibles y poderosos, y lo describen como la mano divina que se extiende.

Los buenos y los malvados, los de magia blanca y negra, los de la amarilla, roja y azul, todos somos del mismo sitio, de la tierra misma, cualquier lugar con gente y animales, chozas, palacios y sembradíos, como también industrias y ciudades complejas de mucho pueblo y de agitado vivir. Todos los especiales como yo tenemos poderes y somos de un selecto grupo.

Todo lo supe el día que caminé en el tiempo, ese momento especial, único e irrepetible en que pasé a otra dimensión y toqué tierra en un pueblo de mucha gente como yo, negros que parecían blancos y negros de narices anchas, menos negros de diversos rasgos y blancos, achinados, bajos y altos, hombres y mujeres de distintos colores, indianos.

Convertido en energía pise un sitio donde las paredes de las fortalezas servían para caminar y aparecí en un sitio que lo llamaban el balcón del barrio, en la curva vieja de un sitio donde se divisaba una ciudad llamada Caracas. Allí estaba, viendo a todos y de todo sin que nadie me viera y ni siquiera me intuyera.

En las conversaciones que oí y en las reuniones en que me encontré, todos me identificaban con nombres distintos y nadie se puso de acuerdo en definir a los que como yo, traspasábamos el umbral del tiempo y nos disponíamos a vivir nuestra maldad en un terreno donde, por ignorancia, estábamos admitidos.

Andando y transcurriendo, la vi a ella, indiana negra, no cobriza, parecía una blanca pintada de negro, me coloqué en su espalda sin que me sintiera y con ella comencé a vivir, estuve en los principios de su amor con un indio como ella pero con un alma macabra aunque jamás tan grande y brujo como yo. Se casaron y tuvieron un niño y aprendí a situarme a ratos en aquel cuerpo, el no se dio cuenta y se habituó a mi presencia. Yo seguía a la espalda de su mamá y más aún cuando se le fue el esposo sarnoso, el mala jeta y alma podrida, yo si seguí ahí.


IV.- Morir en cama o Morir Acribillado (rayado)

Armando tenía un hermano menor, nacido mestizo de ojos claros que tapaban lo rayado desde el iris, serenidad escondiendo lo turbio. Venido de muy lejos, de otros mundos terribles en fuerza espiritual, captó muy pronto con su energía, el adosamiento en su mamá. Estaba niño y aún no podía hacer nada, el invisible no lo percibió.

Todos iban teniendo más edad, cada quien iba escribiendo su historia particular. Armando se acercaba a los dieciocho años y su determinación a no hacer nada era un hecho y de él sólo rumores lo describían, mucha gente lo buscaba y algunos era para matarlo, él pronosticaba que sólo muerto se iba de este mundo, nada de cárcel ni de escuela, cero oportunidades de fastidiosos estudios, ninguna disciplina para cumplir órdenes, sólo libre o muerto.

El que venía desde la noche de los tiempos, estaba ahora junto a ella y a ratos con el hijo crecido, la energía o la cosa maligna –como me llamaban-, llegada desde el pasado, a ratos veía por los ojos de Armando, aquí y allá valorando el sitio, también las ocurrencias y los escondites.

Ahora caminaban por una avenida de este mundo nuevo, y oyeron una voz de alto que no cumplieron, la cosa maligna sentía arder sus deseos de enfrentarse con armas distintas a las que conocía y por una vez en su viaje al futuro, tomó posesión de aquel cuerpo joven y desenfundó y comenzó a disparar como un loco. Lo enfrentaron y él disparaba como si un ejército lo acompañara, muchos acá y muchos allá, y todo terminó cuando el cuerpo se desplomó como un ave que muere en pleno vuelo.

No entendió bien cómo en el tiempo, ahora que seguía como un adosamiento –palabra de los enemigos espirituales-, siempre a la espalda de la india negra, se vio de pronto enfrentado al hijo menor, mucho más sabio y sereno que el otro, el del cuerpo que él ocupaba. Se encontraron frente a frente, mujer por medio, pero se midieron con fuerzas que nunca pensó existieran.

Una tensión muy larga, difícil de explicar, pero la energía del hijo de ojos claros me expulsó de aquel ser que por años me sirvió, dejándome sólo y por primera vez en mi eterna vida, desamparado. Sentí miedo de las fuerzas del bien, la magia blanca despertó y pronto supe que se desdoblaba a su antojo y sólo entendí que una de ellas era la fuerza del amor de un hijo por su madre.

Separados y extenuados, la mujer y el hijo menor, tirados en el piso, veían el cielo, tomando bocanadas de aire, del humano y del cosmos, reponiéndose mientras la cosa se entendía de sí misma. Y sobre ellos un pensamiento de Armando revoloteaba como las mariposas amarillas y verdes que invadieron Caracas en el renacer de la vida, en el canto de los coros celestiales:- ¿Cómo morir? ¿En un quirófano mientras me operaban?¿ O “rayado” en una trifulca, tiroteado en medio de una balacera, en un enfrentamiento como lo hacen los hombres?. Y Armando, con su porte de artista negro de Hollywood, escogió morir repartiendo autógrafos con dardos de acero, acribillado pero en su ley.

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