Luego de desempeñarme durante 28 años en el
mundo laboral pensé que lo había visto todo. La verdad que no dejo de
sorprenderme de como las situaciones que la
vida me presenta me impiden dejar de aprender. En este caso particular
puede ser que deba aprender a tener paciencia.
Soy desarrolladora de sistemas informáticos. Me
la paso todo el día programando sentada frente a una computadora. Me limito a
hablar lo que deba hablar para terminar mi trabajo y sigo programando una y
otra vez. Para programar se requiere una serie de condiciones ideales que
permitan al programador pensar, concentrarse y ejecutar. Entre esas condiciones ideales está el maravilloso: silencio.
La Gerencia de Sistemas está dividida en dos áreas . Un
área nos corresponde a nosotros los “pensantes” modestia aparte, y
otra área le corresponde a lo que yo denomino los “pega-cable”. Esta última
gente tiene un estilo de trabajo más bien mecánico tal como instalar y desinstalar
programas, reiniciar equipos, ampliar la memoria, etc. Aunque somos áreas
diferenciadas trabajamos en el mismo espacio separadas únicamente por un pasillo corto y angosto.
Escuchamos todo lo que pasa de un lado y del otro porque es un espacio abierto. El ambiente de trabajo es
particularmente ruidoso. El primer día pensé que era algo casual, es decir,
debe ser un momento de catarsis para eliminar el estrés de la cotidianidad,
pero a medida que han pasado los dias el asunto ha ido en “crescendo”.
En el área de los pega-cables inesperadamente
una lata de cerveza “explotó” como a eso
de las diez de la mañana. La espuma del burbujeante líquido inundo la pantalla
y el teclado del poseedor de tan preciado tesoro. La principal preocupación del
directivo de Sistemas era que el olor quedara impregnado en el ambiente y que las
visitas se dieran cuenta del suceso. Por supuesto, el olor quedó varias horas y
el tema de la cerveza lo tomaron a manera de chiste durante todo el día. La
pantalla de la Laptop quedó manchada para siempre. Sucesivamente he podido
“disfrutar” de los siguientes eventos durante la jornada laboral: Juegos de
futbol virtuales y el grito de goooooooooooooooooooooool celebrando la jugada de un “Messi virtual”, silbidos
en todas sus dimensiones, formas y colores, (No sé por qué pero los pega-cables
silban una y otra vez, en forma constante y con unos sonidos altísimos), tertulias deportivas, carcajadas inesperadas,
chistes.
Me compré un par de audífonos para aislarme del
ambiente pero definitivamente con los silbidos no hay audífonos que valgan.
Conversé con mi amigo Alberto a quien yo le comentaba que me sentía que trabajaba en una
feria o en un circo. No sabía cómo definir todo aquello. Entonces con su
sabiduría me dijo: “No te des mala vida, cómprate un tubo”
-¿Qué?, le respondí.
-Si chica, un tubo de esos que usan las mujeres
para bailar alrededor en los lugares públicos de noche, y te pones a
bailar y te conviertes en la sensación del momento. Quien sabe, capaz que te
ascienden y todo
-Tu sí que eres cómico, le dije. Yo contándote mi
drama y me sales con este mal chiste.
-Claro, si no los puedes vencer, únete a ellos.
Además a lo mejor te pagan por alegrar más el ambiente. ¿Qué vas a hacer?.
O te la calas o te vas. Si al jefe no le importó, ¿qué puedes hacer tú?. ¿Echártelos
encima de enemigos y que te dejen de hablar?. Te vas a tener que ir a la final.
-Si claro, le respondí. No hay nada que hacer.
Voy a traer elefantes, acróbatas y payasos. ¡Ah! Eso no es
necesario ya hay bastantes payasos allí dije mientras me reía del asunto.
Me quedé pensando en qué podía hacer y lo que hice fue pedír una
señal. Bueno, Señor, ¡dame una señal! de lo que puedo hacer acá.¡ Ilumínameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!.
La secretaria se fue hace pocos días de
vacaciones y entrenó a una suplente un día antes de irse. Nos la presentaron a todos y la saludé muy
rápido. Le vi fugazmente los ojos y el pelo largo. Realmente no tuve tiempo de
detallarla. Yo estaba ocupada tratando de resolver mis asuntos pendientes.
Al Lunes siguiente,
en el primer día de trabajo de la chica nueva, a la hora del almuerzo, subimos los compañeros programadores con ella al comedor. Luego
de calentar la comida y sentarnos para disponernos a almorzar, espontáneamente levanté la
vista y mis ojos se quedaron anclados en la cara de la chica. Se me cortó la respiración. ¡Tiene barba!