Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo

Este Blog es para unir a un grupo de escritores Venezolanos que quieren compartir sus experiencias, impresiones y escritos. Somos un equipo. Somos amigos. Somos Creativos. Somos escritores.

sábado, 25 de octubre de 2008

LA CITA DE HOY

“Cuando la persona es joven, no es capaz de percibir el tiempo como círculo, sino como camino que conduce directamente hacia delante, hacia paisajes permanentemente cambiantes; todavía no intuye que su vida sólo contiene un tema; lo comprende en el momento en que su vida comienza a componer sus primeras variaciones”.


Milan Kundera. La inmortalidad. Barcelona: Tusquets Editores, 1990.

LA ENEIDA COMO FUENTE DE GÉNEROS, TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIOS ACTUALES

El propósito de este ensayo es analizar el contenido de La Eneida para señalar aquellos pasajes en los cuales se puedan encontrar antecedentes de algunos géneros, técnicas y procedimientos literarios actuales.
Se ha señalado que Virgilio (1999, p. 11). escribió la primera versión de la Eneida en prosa y posteriormente la versificó. De ser esto históricamente cierto, ya la obra representaría las dos grandes formas literarias que toma la palabra e indicaría la versatilidad del poeta. Algunos autores han creído encontrar influencias de Virgilio en la muy contemporánea “prosa poética” (Virgilio, 1999, p. 15) y “...no podemos olvidar al adentrarnos en la lectura de la Eneida, que como casi todas las creaciones literarias, está montada sobre un triple plano: el mítico o de la ficción, el histórico y el poético” (Virgilio, 1986, p. VI).

Si nos quedamos en la apariencia, ya comúnmente aceptada, la Eneida fue escrita para recrear y enaltecer los orígenes de Roma, es una obra de propaganda imperialista en honor a Octavio Augusto, como imitación de la épica griega para transformarla en la epopeya del pueblo romano (Virgilio, 1986, p. XI). Pero en esa transformación el poeta fue más allá y la convirtió en una obra polisémica, que ha dado lugar a miles de interpretaciones, comentarios y análisis. Este es uno más.

A continuación analizaremos su contenido para ubicar pasajes que puedan ser clasificados como antecedentes de géneros y técnicas literarias actuales.
En primer lugar se ha dividido la obra en dos grandes partes: los primeros seis cantos imitan la Odisea y los últimos seis, la Ilíada. Vista de esta manera puede considerarse la primera parte como la novela de Eneas, pero también como una crónica de viajes, ambos géneros completamente actuales. La segunda parte es una narración de la guerra fundacional de Roma, con todas sus vicisitudes. La epopeya del pueblo romano puede considerarse una novela de tema bélico, como se han producido tantas posteriormente en las dos guerras mundiales de la modernidad; también se encuentran antecedentes de la historia novelada o novela histórica actual.

En esta parte del ensayo se citan algunos pasajes de la obra, que ejemplifican técnicas y procedimientos presentes en la literatura actual.

Tal como en la Odisea, la acción se inicia en un punto que atrapa el interés del lector, para luego retroceder, retardar la acción y proseguir después, un procedimiento llamado “in media res” (Virgilio, 1986, p. XII). El autor hace un resumen, como entrada para lo que va a cantar: “Canto empresas guerreras y al héroe que, forzado por hado adverso a expatriarse, llegó el primero a Italia, a las riberas de Lavinium, desde las costas de Troya. Juguete largo tiempo en mar y tierra de celestes poderes, concitados, contra él por el rencor de la implacable Juno, mucho también hubo de pasar en cruda guerra antes que estableciese en el Lacio sus dioses y echase los cimientos de la ciudad de donde traen su remoto origen la raza latina, los albanos y los muros de la soberbia Roma” (Virgilio, 1999, p. 21, CI). Luego interroga a las musas y comienza propiamente la narración.

Un ejemplo de arenga a los guerreros, a los seguidores de un líder o incluso a los jugadores de un equipo deportivo actual, que van a iniciar una fuerte competencia, lo tenemos cuando Eneas y los troyanos llegan a Sicilia: “ --- ¡Oh compañeros, oh vosotros que habeis pasado ya por pruebas harto más duras -pues no podemos olvidar nuestros anteriores infortunios-, también los dioses pondrán fin a los trabajos presentes! ................. Recobrad ánimos: ¡no más temor ni tristeza! ............................ Tened constancia, pues, y conservaos para días mejores “ (Virgilio, 1999, p. 28, CI).

Después del banquete en el Canto I, Dido pide a Eneas que le cuente sus “errantes correrías”. Eneas acepta la invitación y responde en el Canto II (flash back): “........... Pero si tan grande es tu deseo de conocer nuestras desventuras y la desgracia del día último de Troya, haré un breve relato, aunque doliéndose mi alma rehuye la tristeza del recuerdo”, comienza la narración en tercera persona: “Cansados de la guerra y viéndose rechazados por el Destino.........” Más adelante y ocasionalmente, cambia a primera persona cuando así lo requiere el relato (Virgilio, 1999, p. 45 II). Todo el recuento de las “errantes correrías” de Eneas, que ocupan los cantos II y III, es un ejemplo de la moderna historia oral.


El suspenso en el cine y la narración actuales, tiene también antecedentes en la Eneida cuando se hace la descripción del episodio del caballo de Troya, con el engaño de Sinón (Virgilio, 1999, p. 48, CII) y en el Canto III, cuando salen de Creta para Hesperia: “Cuando estuvimos ya en alta mar, sin que tierra alguna se ofreciese a nuestros ojos, cuando no vimos ya por todas partes más que cielo y agua, súbitamente se detuvo sobre nuestras cabezas una nube sombría, que llevaba en su seno la noche y la tempestad............” (Virgilio, 1999, p. 75, CIII).

La presencia de lo sobrenatural, del fantasma de un muerto que se relaciona con los vivos, sin que estos bajen a los infiernos, es el caso de Creusa que se le aparece a Eneas cuando huía de la batalla de Troya (Virgilio, 1999, p. 67, CII), algo que no aparecía en las obras de Homero. Esto es frecuente en el cine y la literatura actuales, el canto VI, el viaje a los infiernos, es una película de terror. Eneas deja Sicilia y llega a Cumas, al santuario de la Sibila, en el templo de Apolo, a quien ofrece votos y súplicas. Guiado por la Sibila, quien guarda los bosques sagrados del Averno por orden de Hécate, desciende a los infiernos para encontrarse con su padre.
Desfilan los sitios y personajes más horribles: las “negras aguas del Cocito”, la laguna Estigia, el sombrío Tártaro, el Erebo, los dioses Caos y Flegetón, la garganta de Orco, las “pálidas enfermedades” (la ancianidad, el miedo, el hambre, la “hedionda pobreza”), el sufrimiento, la muerte y los “goces culpables”. En el umbral la “homicida guerra, las Euménides, y la discordia. Luego los monstruos: Centauros biformes, las Escilas, Briareo el de los cien brazos, la Hidra de Lerna, la Quimera, las Gorgona, las Harpías y la sombra del triple Gerión. El río Aqueronte con su barquero “el espantoso y hediondo Caronte” y el perro Cerbero, de triples fauces, los campos de los Llantos, el palacio de Plutón y en contraste, los Campos Elíseos. (Virgilio, 1999, CVI).

La crónica de guerra, de permanente actualidad, está reflejada en este pasaje de la destrucción de Troya : “Entre tanto en la ciudad todo es desolación y duelo. Más y más, aunque la casa de mi padre Anquises, retirada y rodeada de árboles, caiga de todo ruido, déjase ora el tumulto, y se percibe distinto el estruendo horrible de las armas, que se aproxima; ........... “ (Virgilio, 1999, p. 54, Canto II).


También la telenovela, tan cara en nuestros tiempos y predios, tiene claras raíces en la novela de Eneas: “Entretanto la reina, herido su corazón, siente los efectos de la amorosa ponzoña; un ardor secreto la consume. Sin cesar se representa su mente el valor del héroe y el esplendor de su linaje; en su alma quedan profundamente grabadas la imagen y las palabras de Eneas, y la turbación que la agita no le permite gustar de las delicias del sueño” (Virgilio, 1999, p. 93, CIV).

El canto IV es una novela de amor que se inicia con los efectos del amor en Dido (inducidos por Cupido, hermanastro de Eneas), luego el despecho cuando Eneas se va y finalmente el suicidio. Es como si estuviéramos escuchando un bolero: “¿Con que esperabas, pérfido, poderme celar tal maldad y abandonar esta tierra sin decírmelo? ¡Cómo! ¡Ni de amor, ni la fe que me juraste ni la horrible muerte que le espera a Dido te detienen! .........” (Virgilio, 1999, p. 102, CIV).

El canto V es en su mayor parte una crónica deportiva que reporta los juegos fúnebres en honor de Anquises . Eneas salió de Cartago hacia Italia y estaban en alta mar cuando los vientos cambian. Deciden entonces llegar a Sicilia, la tierra de su amigo el teucro Acestes, donde está enterrado desde hace un año su padre Anquises. Eneas invita a sus naves y las de Acestes a un certamen de velocidad, entre otros juegos. Así comienza la crónica: “Primeramente se exponen a todas las miradas, en medio de la liza, los premios destinados a los vencedores, trípodes sagradas, verdes coronas, palmas, armas, un talento de oro y otro de plata. Al fin, desde una eminencia, la trompeta da señal de empezar. Cuatro galeras de pesados remos, escogidas iguales en velocidad de entre todas, comienzan el certamen”. (Virgilio, 1999, p. 118-119).

Finalmente llama la atención la casi absoluta ausencia en la Eneida de algún elemento humorístico, como no sea la burla que hacen los teucros cuando Gyas lanza desde la popa de su galera, en la competencia anteriormente comentada, al viejo Menetes: “Los teucros ríen al verle caer y debatirse en el agua; no ríen menos cuando le ven vomitar la amarga onda” (Virgilio, 1999, p. 120). Las preguntas de cierre son: ¿no había surgido el género humorístico para la época en que Virgilio escribió la epopeya de Eneas? ¿No reían los héroes?



REFERENCIAS




Virgilio (1986). La Eneida. Madrid: Editorial Mediterráneo.

Virgilio (1999). La Eneida. Barcelona: Edicomunicación, S.A.



lunes, 20 de octubre de 2008

AVENTURA EN EL MAR SARÓNICO. CAP 8 (FINAL)


AVENTURA EN EL MAR SARÓNICO
Capítulo Final

- ¿Qué puedo deciros de los dioses sin causar con ello pesar en vuestros corazones? Según quiera un dios todo el mundo ríe o llora, ya que ustedes son para ellos como son las moscas para los chiquillos: los matan por diversión y, aunque ustedes bravuconeen de vez en cuando, ellos son los que controlan todas las situaciones. Muchas acciones ejecutan los dioses contra lo previsto, aquello que se esperaba no se cumple y de lo inesperado encuentra un dios la salida. No ganaría yo nada si tratara de explicarle a Agamenón, el soberano de hombres, y al resto de ustedes, que todo este embrollo obedece a un plan, a una treta de Zeus para sembrar la muerte y la discordia entre los mortales, porque considera que son muy numerosos “Aligerar el peso de los hombres sobre la tierra” es su plan. Así como no hará caso a Casandra, quien habrá de ser su amante, Agamenón, el rey de reyes, mucho menos creerá en mis palabras si le digo que al regresar a la amada patria, le espera una penosa muerte a manos de su adúltera esposa y de Egisto, su amante. Menelao y ninguno de vosotros me creería si les dijera que Helena nunca fue raptada por París sino que, por instrucciones de Hera, Hermes se la llevó a Egipto para ponerla bajo la protección del rey Proteo, el más sensato de todos los mortales y que la que se encuentra en Troya es una falsa imagen de ella. El divino Odiseo, en ardides a Zeus comparado, no daría crédito a mis palabras y no podría entender porqué su regreso a Ítaca le tomará diez años y que en su desesperación habrá de visitar a su madre en el Hades; además, aunque me desprecia y considera insignificante, no me creerá que al principio de la llegada a su reino, sólo confiará en gente humilde e insignificante: el porquero Eumeo y su nodriza Euriclea, quien le reconocerá por una cicatriz que le hizo un jabalí en una de sus piernas. Tampoco ha de creerme que con el porquero, el boyero y su hijo Telémaco, asesinarán y dejarán insepultos los cadáveres de los ilustres pretendientes de Penélope, entre ellos al rey Antínoo, a Eurímaco y a Anfimedonte. Como Ayante es un hombre noble y vulnerable, y aunque sé que tampoco ha de creerme, le advierto que a pesar de que tome las previsiones e intente no dejarse arrastrar por la locura, los dioses han dispuesto para él un final horrible y sus ahora amigos, que habrán de ser luego sus enemigos, no querrán que se le dé sepultura a su cadáver para que sea alimento de aves y perros hambrientos. El único que ha de regresar felizmente a su hogar y ha de vivir larga vida eres tú prudente Néstor, aunque no feliz del todo pues en esta inútil guerra habrás de perder un hijo, ¡Ah, se me olvidaba!...Aquiles morirá enfrente de la bien amurallada ciudad de Troya, después de dar muerte al valiente Héctor. ¿Y quién o quienes serán los causantes de semejantes atrocidades? ¡Les dejo a ustedes la respuesta!

Cuando terminé de hablar, los cuerpos de los terribles guerreros, a excepción del de Néstor, comenzaron a titilar y se fueron desvaneciendo simultáneamente con los de los soldados que los acompañaban, incluso el del muerto. De repente todo el ambiente oscureció por completo y casi al mismo tiempo comenzaron a encenderse las luces del gran salón. Sólo quedó el prudente Néstor, pero su cuerpo lo fue envolviendo una niebla que comenzó a moverse hacia donde yo estaba, hasta posarse sobre mi cabeza. Mis compañeros de viaje y mi querida amiga, aunque mantenían los ojos abiertos, continuaban inmovilizados. En la niebla reconocí a la divinidad que antes había hablado conmigo, pero su hermoso rostro risueño y gozoso al principio, cambió de repente y colérico me increpó:

- ¿Y por qué no mataste a Aquiles? Le hubieras quitado un gran peso de encima a la de bellas calles y bien fortificada Troya y a todo el pueblo troyano.
- Respetado dios, yo no pude hacerlo porque yo pertenezco a otro tiempo y ...
- ¡Pamplinas! ¡Qué tiempo ni qué tiempo, eso aquí no existe! ¡Aquí lo que existe es la acción y las rápidas decisiones!
- Está bien, pero de ser así, entonces habría tenido que evaluar las posibilidades y el sacrificio o sacrificios implícitos en mi decisión.
- ¿Ah sí? ¡Entonces quédate con tus muertos! Yo me regreso al…al…Olimpo a…
- Espera un momento exaltado e iracundo dios, en tus imprecisas instrucciones me indicaste que venciera su mal genio, no que lo matara; me tuviste abandonado casi todo el tiempo y hasta ahora ni siquiera sé quien eres. ¿Sabes lo que significa tomar una decisión convulsiva? ¿Es eso lo que te gusta? Pues bien, yo no iba a caer en la trampa en la que han caído estos infelices reyes por vuestra culpa. Si no hay capacidad para pensar y reflexionar, se inicia, mejor dicho, se acentúa la convulsión y el espasmo como el método, la regla y la norma en la toma de decisiones y los resultados son estos que ahora tú ves: Unos reyes desesperados que les sabe a estiércol la vida de los demás y que viven aterrorizados sólo pensando en cuan perversos pueden ser ustedes los dioses si no se cumple con sus caprichos, pues no los veneran ni respetan sino que les temen y sus pensamientos, que ustedes no pueden ver pues es lo único libre en ellos, sólo están llenos de odio y desprecio hacia los dioses.
- ¿Te has vuelto loco? ¡A mi no me vas a confundir como lo has hecho con esos cretinos!
- ¡Claro que no te voy a confundir! ¡Ya tú estás confundido! Si no, lo primero que....
- No, no, no, no...espera un momento, no sigas hablando estupideces y vamos a tratar de ver como podemos revivir a esos muertos y salir de este enredo, para que esta nave llegue a puerto como si aquí no hubiese sucedido nada.

Mi asombro fue infinito. De repente escuché la fuerte música interpretada por el grupo griego, el mismo cantante y las mismas chicas norteaméricanas bailando como desesperadas en la tarima. El dios había desaparecido.

Me arrimé lentamente hacia mi amiga y le dí un beso en la frente, acerqué mis labios a su oído izquierdo y le susurré quedamente: Llegamos a Atenas mi amor. Ella abrió sus hermosos ojos, me dio un gran abrazo y emocionada me comentó que había tenido un profundo y extraño sueño; luego, me preguntó por mis lentes, pasó su mano sobre mi frente y me dijo que tenía unos rasguños y sangre seca sobre ella.


F I N
Por: Julio C. Chávez G.
Caracas 20 de octubre de 2008

domingo, 19 de octubre de 2008

LA CITA DE HOY

El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar el pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido”.


Milan Kundera. El libro de los amores ridículos.

EL HEROE Y EL ÁGORA (conclusión)

En el trabajo anterior me referí al tema “El héroe y el ágora”, comentando la relación del héroe con la polis, con los otros, con el colectivo. Partiendo de la Ilíada y la Odisea (sig. 8, a.C. pero que relatan hechos acaecidos para 1184 a.C.) diferencié cuatro colectivos significativos que constituían el universo del héroe griego antiguo: 1) la Asamblea de los Dioses, 2) el Consejo de Ancianos, 3) el Ágora o asamblea de nobles y guerreros, y 4) el Hades o mundo de los muertos. Seleccioné los grupos 2) y 3), por ser los grupos humanos que representaban la polis, la ciudad, el colectivo y con los cuales tenía directa relación el héroe.
En este ensayo me ocuparé de los otros dos grupos: 1) la Asamblea de los Dioses y 4) el Hades, metáforas que inventaron los griegos para representar el mundo de lo sobrenatural. Opino que correspondió a los griegos, por ser pioneros en la creación del mapa del conocimiento occidental, construir un imaginario del mundo primigenio que habitaron; de su lugar en ese mundo, de sus relaciones con los otros seres humanos y animales, así como con dos mundos sobrenaturales que estaban fuera de su percepción: uno superior constituido por los dioses y otro inferior compuesto por los muertos.

Los dioses intervenían en los asuntos humanos, constituían la instancia superior, sus decisiones eran acatadas sin discusión alguna por los humanos, el hombre podía invocarlos en su favor, ganárselos mediante ofrendas y hecatombes, pero no podía modificar sus decisiones ni ascender a su mundo.

El Hades, colectivo de los muertos, era la instancia inferior, representaba el pasado, permitía el reconocimiento del héroe, su vinculación con los antepasados. Los héroes podían, mediante el cumplimiento de ciertos ritos y ofrendas, descender al Hades para comunicarse con sus muertos y ascender de regreso al mundo de los vivos, tal como lo cuenta Homero en la Odisea.

Ante una realidad virgen, inexplorada en casi todos los campos del saber, el cerebro humano no había evolucionado lo suficiente como para comenzar a buscar explicaciones racionales, a los fenómenos que impresionaban sus sentidos y conformaban su percepción. Por eso concebían la tierra, el mundo físico, como un lugar intermedio entre el Olimpo, la morada de los dioses en las alturas, y el Hades, mundo inferior habitado por las sombras de los muertos. Una idea semejante se presenta posteriormente en la concepción cristiana del mundo terrenal, como sitio intermedio entre el cielo, morada de Dios, ubicado en las alturas y el mundo inferior del infierno.

Varios siglos después de Homero, con Heráclito (¿540 – 475 a.C.), Sócrates (469 – 399 a.C.), Platón (437 – 347 a.C.) y Aristóteles (384 a 322 a. C.), entre otros, se inicia la búsqueda del conocimiento organizado. Aristóteles quien recogió y organizó gran parte del conocimiento de su época, estudia en el libro I de su Metafísica, el proceso del conocimiento, señalando los momentos o grados que lo constituían: 1) sensación, 2) memoria, 3) experiencia (empeiría), 4) concepto universal, 5) arte y 6) ciencia (Aristóteles, 1998).

El hombre comparte los dos primeros grados con los animales, ya el tercero es más humano, produce por acumulación de recuerdos un saber particular y constituye con los dos primeros el conocimiento sensorial. A partir de la experiencia hay un cambio cualitativo importante, en el cuarto grado se llega a conceptos universales que permiten lograr los grados superiores del arte y la ciencia.

Entre los relatos homéricos y la concepción aristotélica del mundo, hay muchos siglos. Se ha modificado el concepto de la divinidad y hasta han surgido cuestionamientos, como el de Sócrates, quien postulaba la idea de un Ser Supremo y se burlaba de la pluralidad de los dioses. Aristóteles creía que los dioses eran felices porque el objeto de su felicidad era el cosmos eterno y su única actividad la contemplación, en la cual podían participar los hombres (aunque fuese momentáneamente) pero no los otros seres. Las cosas humanas están para él supeditadas a la teoría (contemplación), el hombre debe tratar de lograr lo inmortal, acercarse a la inteligencia divina.

En resumen, el imaginario griego antiguo acerca de lo sobrenatural, a juzgar por los relatos homéricos, estaba integrado por dos colectivos: la Asamblea de los Dioses, en las alturas del Monte Olimpo y el Hades, mundo de ultratumba, en las profundidades, donde moraban las sombras de los muertos.

En mi opinión esos dos colectivos son una creación del cerebro humano primitivo, son metáforas creadas para explicar un mundo demasiado complejo e inexplicado. Servían además para ayudar al hombre a enfrentar su pequeñez y su soledad, en relación con la tierra y el cosmos, a enfrentar su destino trazado por deidades que estaban en su elevado Olimpo; o por sombras que moraban en las profundidades del Hades, que representaban el pasado, los antepasados y la sabiduría. Otras representaban la enemistad y el odio de aquellos que habían sido afectados por las acciones de quien los visitaba, o que murieron a consecuencia de esas acciones.

Llama la atención que el cerebro humano va evolucionando conjuntamente con el desarrollo de las sociedades, produciendo otras explicaciones, creando otras metáforas, que le ayuden a comprender su circunstancia. Así se va pasando de un colectivo de dioses a la idea de un Ser Supremo, según Sócrates, o a un solo Dios con tres personas como en el cristianismo. Y también en este caso se repite la metáfora de los colectivos: celestiales en un caso y de las profundidades o infierno en el otro.

REFERENCIAS



Aristóteles (1998). Poética. (Traducción de Ángel Cappelletti). Caracas: Monte Avila Editores Latinoamericana, C.A.

Homero (2000). Ilíada. (Edición especial para El Nacional). España: Editorial Planeta, S.A.

Homero (2000). Odisea. (Edición especial para El Nacional). España: Editorial Planeta, S.A.

El Acto de Escribir




ARTICULO DE PAULO COELHO
Tomado de la Revista "Todo en Domingo" del Diario "El Nacional"
Domingo 01 de Junio. Venezuela


En las dos columnas anteriores hablé sobre la lectura, la pluma y la palabra. Termino aquí con algunas reflexiones sobre el texto final.

En primer lugar, repito lo que dije anteriormente: todo el mundo tiene una buena historia que contar, y forma parte de la naturaleza humana el compartir un poco de la experiencia personal con los demás. Quizás me pregunten: ¿Y la editorial? ¿Cómo publicar estas experiencias? En realidad, hoy en día existen muchas plataformas para eso (como Internet o cualquiera de los muchos periódicos en circulación, por ejemplo) y siempre habrá alguien interesado en lo que escribes.

De todas maneras, aunque no existiese tal persona, el placer de escribir ya merece la pena.

A medida que la pluma va trazando palabras en el papel, tus angustias desaparecen, y tus alegrías permanecen. Hace falta tener valentía para mirar en lo profundo de uno mismo, y traer lo que se ha visto hasta el mundo exterior, y hay que tener aún más valentía para asumir que, un día, lo que escribiste podrá (y deberá) ser leído por alguien.

¿Y si se tratara de algo muy íntimo? No te preocupes. Hace miles de años, Salomón escribió las siguientes palabras: "Lo que fue, eso será; lo que se hizo, eso se hará. Nada nuevo hay bajo el sol". (Eclesiastés 1:9).

Es decir: si hace miles de años no existía nada nuevo, ¡imagínate ahora! Nuestros sentimientos de alegría y angustia continúan siendo los mismos, y no hay por qué esconderlos. Y aunque no haya nada nuevo bajo el sol, permanece aún la necesidad de traducirnos todo eso a nosotros mismos, y a los de nuestra generación.

Jorge Luis Borges dijo en cierta ocasión que en realidad sólo hay cuatro historias que puedan contarse:

1. Una historia de amor entre dos personas.

2. Una historia de amor entre tres personas.

3. La lucha por el poder.

4. Un viaje.

De todas maneras, a lo largo de los siglos, los hombres y las mujeres continúan recontando esas historias, y ha llegado el momento de que tú hagas lo mismo. A través del arte de la escritura, entrarás en contacto con tu universo desconocido, y acabarás sintiéndote un ser humano mucho más capaz de lo que creías.

La misma palabra puede leerse de maneras muy diferentes. Escribe "amor" mil veces, por ejemplo, y en cada ocasión el sentimiento será distinto.

Una vez que las letras, las palabras y las frases están dibujadas en el papel, la tensión necesaria para que eso ocurriera ya no tiene razón de ser.

Por consiguiente, la mano que las escribió reposa, y sonríe el corazón del que se atrevió a compartir sus sentimientos.

Si alguien pasa al lado de un escritor que acabó de terminar un texto, pensará que tiene una mirada vacía, y que parece distraído.

Pero él –y solamente él– sabe que arriesgó mucho, que consiguió desarrollar su instinto, que mantuvo la elegancia y la concentración durante todo el proceso, y que ahora podrá darse el lujo de sentir la presencia del universo, y comprenderá por fin que su acción fue justa y merecida. Los amigos más cercanos saben que su pensamiento cambió de dimensión, pues ahora está en contacto con todo el universo: continúa trabajando, aprendiendo todo lo que ese texto trajo de bueno, corrigiendo los eventuales errores, aceptando sus virtudes.

Escribir es un acto de valentía.

Pero merece la pena arriesgarse.

jueves, 16 de octubre de 2008

LA CITA DE HOY

“Se dio cuenta de que desde su infancia no hace otra cosa que hablar, escribir, dar conferencias, inventar frases, buscar expresiones, corregirlas, de que al final no hay palabras precisas, su sentido se difumina, pierden su contenido o se convierten en residuos, hierbajos, polvo, arena que vaga por su cerebro, que le duele en la cabeza, que es su insomnio, su enfermedad”.

“¡La música, la negación de las frases, la música, la antipalabra!”

“Las palabras cárcel, persecución, libros prohibidos, ocupación, tanques, son para ella palabras feas, carentes del menor perfume romántico. La única palabra que suena en su interior dulcemente como un recuerdo nostálgico de su patria, es la palabra cementerio”.


Milan Kundera. La insoportable levedad del ser

martes, 7 de octubre de 2008

LA CITA DE HOY

“También hay un orden secreto, un diálogo inclasificable, otra lógica que nos regresa al extraordinario pecado de la intimidad: también puedes descubrir lo que has vivido leyendo lo que otros escriben sin pensar jamás en ti”.


Alberto Barrera T. (2002). Sin pensar jamás en ti. El Nacional, H/3.

EL HEROE Y EL ÁGORA

EL HÉROE Y EL AGORA. RELACIÓN ENTRE EL HÉROE Y LA POLIS (LA CIUDAD, LOS OTROS, EL COLECTIVO)





En el imaginario griego, una de las funciones del héroe, quien es un noble, hijo de semidiós, una metáfora de la clase social gobernante, es darle unidad a un colectivo. Es un símbolo que une a una clase social y muchas veces era fundador, guerrero, conquistador, de lo cual provenía su nobleza. Entre otros rasgos que definen al héroe, está su carácter apolíneo, el ideal clásico de la medida, propio de seres humanos poco comunes, que comienzan a manifestar su individualidad. Tal individualidad lo lleva a una confrontación entre la condición humana y la condición divina, lo cual es otro rasgo definitorio. El destino no podía ser modificado, era ineluctable, pero la condición del héroe le permitía al menos enfrentarlo. El destino forjaba el carácter heroico, era un fin superior que ennoblecía al héroe.

¿Cómo se relacionaba el héroe con su sociedad?

Si suponemos que la Ilíada y la Odisea, obras atribuidas a Homero, rapsoda que representa la memoria colectiva, son el producto cristalizado de generaciones anteriores, podríamos extraer de aquellas algunos elementos que nos permitan reconstruir la relación del héroe con su sociedad. En este ensayo nos referiremos especialmente a la llamada aristía o gesta de Ulises – Odiseo (Odisea, p. XXIII), guerrero que regresa de la guerra de Troya y es uno de los pocos sobrevivientes, pero también haremos referencia a la Ilíada.

Cuatro colectivos significativos pueden distinguirse claramente en la Ilíada y la Odisea: 1) la Asamblea de los Dioses, 2) el Consejo de Ancianos, 3) el Ágora o asamblea de nobles y guerreros, y 4) el Hades, lugar de los muertos. Nos ocuparemos de los grupos 2) y 3), por ser los grupos humanos con los cuales tenía directa relación el héroe, representan la polis, la ciudad, el colectivo.

Los dioses intervenían en los asuntos humanos, eran la instancia superior, sus decisiones eran acatadas sin discusión alguna por los humanos, el hombre podía invocarlos en su favor, ganárselos mediante ofrendas y hecatombes, pero no podía modificar sus decisiones. El Hades, colectivo de los muertos, representaba el pasado, permitía el reconocimiento del héroe, su vinculación con los antepasados. Los héroes podían, mediante el cumplimiento de ciertos ritos y ofrendas, descender al Hades para comunicarse con sus muertos y ascender de regreso al mundo de los vivos.
Pero la verdadera comunicación que tenía el héroe con seres de su misma condición humana, con su polis, la establecía con el Consejo de Ancianos y con el Ágora. De estos dos grupos, el más importante, numeroso, y representativo como institución era el ágora, que estaba compuesta por los nobles y los viejos héroes. Inicialmente ágora se refiere al lugar construido en la polis para albergar la asamblea de notables, pero luego pasa a designar la asamblea misma, es equivalente a la plaza mayor en las ciudades actuales. Tanta importancia tenía que el héroe convocaba el ágora o asamblea, para discutir asuntos críticos, de extrema importancia, para los cuales se requería la opinión del colectivo.

Por razones obvias, en la Ilíada las asambleas responden a las necesidades de la guerra. Por ejemplo, cuando Aquiles propone regresar de Troya, después de nueve años de guerra, para huir de la muerte segura que significaba la peste desatada por Febo Apolo, por invocación de Crises (Ilíada, canto I). Luego Zeus envía un “Sueño Engañoso” a Agamenón, para que armara su ejército y tomara Troya. Se convoca entonces “al consejo de ancianos magnánimos” e inmediatamente a la asamblea. (Ilíada, canto II). En la prolongación del primer combate, los aqueos son vencidos y Agamenón convoca “al ágora nominalmente en voz baja a los jefes” (Ilíada, canto IX); un nuevo “consejo en las avanzadas” es convocado por Agamenón, cuando despierta a los jefes aqueos, antes de la reanudación del combate (Ilíada, canto X). Los troyanos, a su vez convocan su asamblea cuando Aquiles, después de la muerte de Patroclo, se presenta en la lucha (Ilíada, canto XXVIII).

En la Odisea, la gesta de Ulises, el tema no es la guerra sino el regreso del héroe. Pero también el ágora es el medio y el ambiente necesarios para la comunicación del héroe con el colectivo. En este caso es Telémaco, el hijo del héroe, el que convoca al pueblo a reunirse en el ágora: “Y le hicieron los ancianos lugar y sentóse en la silla paterna”. Llama la atención que el ágora de los itacenses no funcionaba desde que Odiseo había partido de Itaca, hacía 20 años, y sin embargo conservaban su silla.

Las funciones del ágora están muy bien definidas por el viejo héroe Egiptios, el primero que toma la palabra para recibir a Telémaco: “¿Es muchacho o anciano ese a quien de tal modo le apremia una urgencia imperiosa? ¿Recibió la noticia de que nuestro ejército vuelve y nos quiere decir que él ha sido el primero en saberlo? ¿O desea tal vez exponer intereses del pueblo? Así que el ágora cumplía varias funciones implícitas en las preguntas de Egiptios y que debían ser respondidas por quien hacía la convocatoria: 1) Atender una necesidad urgente del convocante (a quien “…le apremia una urgencia imperiosa”); 2) Dar información de mucha importancia para la comunidad; y 3) “…..exponer intereses del pueblo” (Odisea, canto II).

Una cuarta función de la asamblea se puede deducir de la segunda y última convocatoria del ágora en la Odisea: es la presentación de Odiseo a los feacios. Palas Atenea, transformada en un heraldo de Alcinoo va por la polis invitando a los “consejeros y nobles feacios” para que conozcan a Ulises. Se trata entonces, en este caso, de un suceso social, la presentación de una persona importante que era huésped del Rey Alcinoo (Odisea, canto VIII)


¿Qué recibía el héroe de su relación con el ágora?


Hasta ahora hemos señalado las funciones del ágora, sin preguntarnos qué obtenía el héroe, o el que convocaba la asamblea. Una vez recibido el convocante, toma la palabra uno de los nobles ancianos, hombre sabio, que dirigirá la asamblea. Sus preguntas invitan al convocante a exponer el problema y de allí en adelante se discute el asunto, mediante el intercambio del expositor con los asambleístas. Una vez agotado el tema, se dan consejos, se invoca a los dioses, o se toman decisiones, dependiendo del desarrollo de la discusión.

Continuando con el ejemplo anterior, Telémaco responde las preguntas de Egiptios, en el mismo orden en que fueron emitidas: se presenta y reconoce que él convocó a la asamblea, luego señala que no trae información sobre el ejército y que tampoco va a exponer intereses del pueblo. Finalmente entra en detalles sobre el asunto que lo trae: la pérdida de su padre y el asedio de los pretendientes de su madre. Después de las diversas intervenciones, de la discusión y la participación de dioses (Zeus y Atenea), se decide organizar el viaje de Telémaco y se disuelve la reunión (Odisea, canto II).

Un caso diferente es la convocatoria que hace Agamenón (Ilíada, canto II) después que Zeus le envía un “sueño engañoso”, para ordenarle que arme su ejército y tome Troya. Antes de la asamblea decide llamar al “consejo de ancianos magnánimos”, para hacerles “cierta discreta consulta”. A continuación se reúne la asamblea, se discute e intervienen los dioses y finalmente se decide ir a la batalla.

Las asambleas parecen haber sido convocadas con mayor frecuencia en tiempos de guerra que en tiempos de paz, si comparamos la Ilíada con la Odisea. Las necesidades urgentes del convocante en tiempos de guerra fueron evolucionando y adaptándose a los tiempos de paz.

Hay evidentes diferencias entre la primera convocatoria que aparece en la Ilíada, cuando Aquiles propone el abandono de la lucha en medio de una peste devastadora, a la última que reseña la Odisea cuando Alcinoo presenta a Odiseo a los feacios. En este caso y momento, es un acontecimiento social importante el que ocupa la atención de la asamblea.
El ágora es una institución que evoluciona en forma paralela con el desarrollo, evolución y declinación de la sociedad griega. De un colectivo de nobles y viejos héroes, en los tiempos de la guerra de Troya (1.184 a.C.), va incorporando siglos después a comerciantes terratenientes, nuevos ricos que no son nobles pero que comienzan a comprar tierras a los nobles empobrecidos y acceden así al poder. Los cambios que introduce Pericles (+ 429) en la sociedad griega, se reflejan en los cambios que experimenta el ágora por la participación de los comerciantes nuevos ricos. El ágora recibe participantes que la acercan más a un organismo plural, cercano al pueblo; es de suponer que el ágora siguió evolucionando hasta constituirse en una institución fundamental para la democracia en Grecia.

Los cambios que sufrió la asamblea como institución, se ven también reflejados en la literatura: de las epopeyas homéricas al esplendor de la tragedia en el siglo de Pericles, transcurren varios siglos. Mientras que Homero presenta la acción colectiva que se desarrolla en el ágora, como contrapartida del héroe que comienza a manifestar rasgos de individualización, Sófocles (2001) utiliza el coro de ancianos, que es una representación del pueblo, como contrapartida de los protagonistas. El origen de la tragedia es el coro, que es para Nietzsche, la esencia de la tragedia. Es apolíneo, mediante la sabiduría de la vejez posee la historia de la polis y las leyes que la regulan.

Tal parece que en la medida en que se fue desacralizando la sociedad griega, la asamblea de los dioses fue perdiendo poder y el ágora iba ganándolo. En el desarrollo de la sociedad griega, el ágora fue incorporando nuevos participantes, que no eran nobles sino comerciantes adinerados que se hicieron terratenientes y adquirieron poder.

En resumen, el héroe griego es un símbolo que sirve para dar unidad a un colectivo, es un noble, hijo de semidios, o también guerrero fundador y destructor de pueblos. De carácter apolíneo y características personales sobresalientes, establece su relación con la sociedad a través de dos colectivos: el Consejo de Ancianos y el Ágora o asamblea. De esos dos grupos el más importante y significativo era el ágora, compuesta por nobles y ancianos. El héroe convocaba el ágora para exponer problemas críticos, de mucha importancia y urgencia, que requerían la opinión de los asambleístas. Recibía en cambio el apoyo o la oposición a sus planteamientos, la discusión, la intervención divina, y finalmente una decisión para resolver el problema expuesto.

Las funciones del ágora eran: 1) atender una necesidad urgente del convocante; 2) informar a la comunidad acerca de un hecho importante; 3) exponer intereses del pueblo; y 4) celebrar un acontecimiento social.

Con la evolución de la sociedad griega, se van incorporando al ágora otras personas cuya nobleza no viene del origen familiar, ascendencia divina, o los títulos guerreros, sino del comercio y la tenencia de la tierra. Se va así pluralizando y democratizando la asamblea, hasta constituirse en un colectivo bastante diferente del presentado por Homero en la Ilíada y la Odisea.



REFERENCIAS





Homero (2000). Ilíada. (Edición especial para El Nacional). España: Editorial Planeta, S.A.

Homero (2000). Odisea. (Edición especial para El Nacional). España: Editorial Planeta, S.A.

Sófocles (2001). Tragedias completas. Madrid: Ediciones Cátedra.

lunes, 6 de octubre de 2008

AVENTURA EN EL MAR SARÓNICO. CAP 7







AVENTURA EN EL MAR SARÓNICO
Capítulo 7o

- Di un paso al frente y comenté: Sabio y prudente hombre, yo no puedo hablar si el poderoso rey Agamenón no me lo permite.
- ¡Injuriador lanza palabras!...No, no, disculpa hombre, puedes hablar – rectificó el gran rey.
- Gracias Oh, gran y poderoso rey. Lo que yo tengo que deciros, es que por una de esas jugarretas extrañas del destino de los hombres o de los dioses o no sé de qué...nos topamos con algo que en mi mundo llamamos un paso atrás, que como una ironía del dios Cronos, o tal vez como un desafío a su hijo Zeus, que lo destronó del Olimpo, nos puso en contacto con lo que nosotros conocemos como una dislocación dimensional del tiempo y nos sumergió en problemas que no nos incumben. Por ejemplo, hay una tragedia en la vida de la familia Atrida, con la cual nosotros nada tenemos que ver y cuyo único culpable es un padre irresponsable; la perversa tradición de los dioses griegos, ha metido en la cabeza de todos vosotros que las culpas de los padres deben ser pagada por sus hijos. Esta falacia, y muchas otras, la avivan y son el medio de subsistir de farsantes como este adivino que os acompaña, cuya estupidez, soberbia y envidia han de enfrentarlo, en Colofón, con un adivino de verdad: Mopso, el hijo de Apolo, el resultado pueden ustedes deducirlo.
- Pero...son muy graves y ofensivas tus afirmaciones ¿Cómo sabríamos que no mientes?
- No miento porque yo hablo con la verdad, como lo haces tú prudente y sabio hombre, hijo de Neleo y Cloris, a quien Apolo le concedió vivir muchísimos años. Las palabras duras, aunque sean ciertas y justas, muerden, y la verdad es algo que los oídos de algunos no les gusta escuchar; además, cualquiera que hable con la verdad y le diga palabras sabias a un ignorante parecerá que no está en su sano juicio. Los reyes son el centro de las más continuas e insistentes adulaciones y, como el poder corrompe, se acostumbran a escuchar mentiras y no tienen oídos para la verdad; por ello, se hacen prepotentes, envidiosos y perversos, lo cual induce a que la misericordia, la sabiduría y la justicia les abandone.

Los cinco terribles guerreros, todos reyes, comenzaron a inquietarse, Agamenón estaba furioso. Calcante intentó pronunciar algunas palabras, pero ante la fúrica mirada del prudente Néstor se cruzó su capa por el frente y se marchó balbuceando maldiciones. ¡Eureka! Había vencido al adivino. En mi mente comenzó a tomar forma y sentido la señal de Néstor; definitivamente me estaba ayudando, pero...¿por qué? Por mis acosados pensamientos emergieron varias posibilidades, pero la que más acertada me pareció fue que él no estaba de acuerdo con esta guerra inútil y para probarlo, encorajinado continué:

- En campañas o guerras como esta, movidas por un error increíble e imperdonable de todos los reyes de Grecia...
- Un momento. ¿Cómo es eso de que por un error increíble de todos los reyes de Grecia?
- ¿No os dais cuenta admirado y prudente hombre, que no se debería comprometer el destino y futuro de un reino, para defender a..., vi hacia Menelao,...un cornudo medio hombre? ¿En la cabeza de quién puede caber el abandonar a su familia, sus posesiones, su vida, su libertad y exponer la vida de sus guerreros, para defender una causa injusta que os va a llevar a las más grandes tragedias? Además, ese mismo hombre, de tan malos sentimientos, impulsado por la ira de saberse burlado por su mujer, fue incapaz de sentir compasión por su tierna y preciosa sobrina Ifigenia y convenció a su hermano de que estaba equivocado, cuando, arrepentido, había dado la orden para que no se la trajeran a Áulide, adonde ha de ser sacrificada. ¡Nadie la dicha alcanzó actuando injustamente!

Menelao tragó fuerte y bajó la cabeza. Lentamente, con mucho cuidado, apretó la empuñadura de su espada; su bronceado y hermoso rostro se había tornado de un rojo intenso; me dio la impresión de que estaba convulsionando, para después quedarse inmóvil, con sus perfectas facciones cambiando de tonalidades hasta tomar la apariencia de grises rocas. ¡Qué alegría mi deducción había sido correcta! Los terribles guerreros no apartaban su mirada de mí y no se percataron de lo que estaba pasando con el rubio Atrida. Pensé que ahora era el momento de dirigir un ataque contundente contra Aquiles y proseguí:

- ¿Cómo piensas tú, o qué creerías tú, sabio y prudente hombre, de un gran guerrero de este ejercito que se cree invencible, inmortal? ¿Qué oscuros pensamientos no ha de ocultar su alma, hacia el simple mortal que lo dirige, aunque sea un gran rey?
- ¿A quién te refieres sabio hombre?
- Me refiero al semidios que os acompaña, Aquiles, quien se miente a sí mismo creyéndose inmortal y cuyos ojos no pueden ocultar la envidia, ni sus pensamientos sus actos. Que oculta en su careta de eterna ira, sus frustraciones y el menosprecio que siente hacia todos los que le rodean, con excepción de su amigo Patroclo a quien ama con locura y a quien habrá de empujar a la muerte por su terquedad. Él pudo haber sido inmortal, ¡Pero no lo es! pues Zeus y Poseidón que se disputaban el amor de su madre, al saber que el hijo de Tetis con un dios sería un dios más poderoso que ellos, decidieron casarla con un mortal.
- Explícame...¿Cómo puedes saber tú un secreto de dioses y de un guerrero tan poderoso? ¿En verdad conoces la debilidad del Pelida?
- Yo sé muchas cosas que ustedes no saben y en verdad os digo carísimo señor que sí conozco la debilidad de Aquiles y os lo voy a demostrar. Cuando su madre Tetis le quiso hacer invulnerable, lo sumergió en el lago Estigia sujetándole por los talones; al sacarlo...

Antes de que terminara de hablar, Aquiles saltó al centro convertido en un energúmeno; se despojó del fornido yelmo sobre el que ondeaban las áureas y espesas crines de caballo que Hefesto colocara en la cimera; se quitó las grebas ajustadas a las piernas con hebillas de plata y lanzó al piso la hermosa coraza que brillaba como un astro. Nuevamente arrojó a mis pies la gigantesca espada de bronce guarnecida con clavos de plata y colocándose enfrente de mí gritó con todas sus fuerzas: “¡Ahora sí tendrás que matarme cara de perro!” y tomó la lanza que sólo él podía manejar. Yo me quedé petrificado, al punto de no poder coordinar palabra ni movimiento alguno; su aliento, indescriptible, inundó mi olfato y pulmones, y sentí innumerables partículas de su saliva salpicar mi rostro; levantó sus brazos e invocó a Tetis y a su padre Peleo. Miré hacia Néstor y a mi alrededor buscando ayuda, pero Néstor permanecía inexpresivo, los compañeros de viaje estaban tan aterrorizados como yo y mi compañera estaba desmayada en el rincón del sofá. Me agaché y con mis dos manos intenté levantar la espada; cuando ya me daba por muerto, todo el cuerpo de Aquiles se fue recubriendo de una niebla blanca, espesa, azulosa y el terrible guerrero se desvaneció en el aire.

Los tres guerreros restantes estaban asombrados, Menelao continuaba en estado cataléptico, petrificado y el Prudente Néstor permanecía a un lado observando la cara de sorpresa de éstos; solté la empuñadura de la espada, al reincorporarme ellos se echaron hacia atrás, desenvainaron sus armas y se pusieron en guardia. Afortunadamente, el Prudente Néstor se adelantó y pronunció estas aladas palabras:

- Ya os decía yo mis carísimos amigos que no se debe menospreciar a ningún hombre por sus apariencias, ¿Habéis perdido la razón? ¡Guardad vuestras armas! ¿Es qué en nada estimáis la vida o es que habéis perdido enteramente el juicio? ¿No os dais cuenta de que no nos enfrentamos a un simple mortal? Oh, mi queridísimo rey, tenéis que aceptar que aquí no hay ninguna traición ni estamos en frente de ningún espía, sino en presencia de un hombre sabio y poderoso; preciso es que lo dejemos contar en sus propias palabras las razones que lo mueven a insultar a los reyes más poderosos de Grecia y a poner en duda los designios de los dioses. Por favor, poderoso forastero contestad como el corazón y el ánimo os lo ordene.

Odiseo estaba como una fiera encadenada; sin embargo, los otros dos guerreros casi habían recobrado su compostura y Menelao parecía estar saliendo de su letargo. Presentí que estábamos llegando al punto culminante de aquel drama y que era preciso utilizar un argumento certero y convincente que nos diera la libertad.

- Tenéis que oírme para que os diga lo que mi ánimo me ordena dentro del pecho y si algunas palabras desagradables he de deciros, que las arrebaten los vendavales y se las lleven. Lo que me mueve, sabio y prudente hombre, es la justicia; lo que me mueve es la salvación de todos estos inocentes atrapados en este barco, pues mi vida no importa nada; lo que me mueve, estimado y sabio hombre, es que por la flaqueza y falta de virtudes de hombre, un rey sea despojado de la más hermosa hembra y que este hecho sea utilizado como justificativo para destruir una bella ciudad junto con todos sus habitantes y que un guerrero noble y valiente pueda sucumbir por las truculencias políticas de quienes lo consideran estúpido y loco; lo que me mueve, es la ignominia de un adivino que no se conoce a sí mismo y las mentiras y traición de un hombre muy astuto que metió en esta absurda guerra a todos los reyes griegos y cuyas artimañas llevaron a Ifigenia a Áulide, a la captura de todos nosotros y al asesinato de tres hombres valerosos; lo que me mueve, sabio y prudente Néstor, es una desmedida frustración y sed de venganza por la muerte de una madre suplicante y por la muerte de un guerrero, a quien no le dieron la oportunidad de morir como un héroe en batalla, víctimas ambos de la intolerancia y de la estupidez de dos hombres soberbios y prepotentes.
- ¿Y de los dioses...qué dices?

Mis pretensiones, de que tenía en el prudente hombre un aliado, comenzaron a esfumarse y pensé que con su última pregunta Néstor me había tendido una trampa. ¿Qué podría yo contestarle para que no se nos vinieran encima y acabaran de una vez con todos? De inmediato me vino a la mente la imagen de la carnicería que Odiseo, su hijo y dos hombres más habían hecho en su palacio de Ítaca, cuando por su mano la divinidad hizo sucumbir a los ilustres pretendientes de Penélope; no quise imaginar lo que nos pasaría si, además de él, estaban los otros tres terribles guerreros. Por segunda vez advertí que los ojos de todos mis compañeros turistas estaban pendiente de mí, que seguían esperanzados en cada uno de mis argumentos y que con el movimiento de sus cabezas aprobaban todo lo que decía, aunque la mayoría de ellos, creo yo, no entiendía lo que hablaba. Mi compañera, que había recobrado el conocimiento, permanecía en el rincón del mueble bañada en lagrimas; al cruzar su mirada con la mía observé un dejo de admiración en sus cautivantes ojos negros y en sus labios una tierna e imperceptible sonrisa; todo ello hizo que una nueva dosis de adrenalina entrara como una ráfaga a mi torrente sanguíneo y la calma y el valor reaparecieran. “En el nombre de Dios” dije para mis adentros, me persigné e inicié mi respuesta:

FIN 7º CAP BLOG

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