Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo

Este Blog es para unir a un grupo de escritores Venezolanos que quieren compartir sus experiencias, impresiones y escritos. Somos un equipo. Somos amigos. Somos Creativos. Somos escritores.

viernes, 22 de febrero de 2013

Cuantas Semanas tenemos en esto. Segunda Entrega

Cuantas Semanas tenemos en esto. Segunda Entrega
 

Decía que estábamos acostumbrándonos a la rutina hasta que llegó Irma.
Si no leiste la primera entrega... corre a buscarla en este mismo blog..
http://escritoresvenezolanos.blogspot.com/2013/02/cuantas-semanas-tenemos-en-esto.html

 

Irma es una señora de mediana edad que tiene una voz “platanera”. ¿Han escuchado cantar a Elvis Crespo? Bueno, más o menos esa voz.  Su voz arropa toda la atmosfera y sus cuentos cotidianos acaparan toda la escena.


 

Irma trabaja con Miranda en la misma empresa pero en distintos pisos y departamentos del edificio. Irma se quedó sin carro cuando unos muchachos que andaban de farra la chocaron por detrás dejando el carro destrozado y sin posibilidad de moverlo.

El primer día escuchamos el cuento del choque y los líos de la reparación. ¡NO me dejaban dormir que barbaridad!


 

Luego, durante las semanas siguientes,  escuchamos todos los cuentos de su perro llamado Godar (no sé si se escribe así). Nos enteramos de cómo Godar  enrolla el papel de baño por toda la casa, ensucia los muebles y descansa en la cama apostado entre Irma y su pareja.
El esposo insiste en que el perro duerma entre ellos dos. (????????????????)

 

No se hagan ilusiones pensando que esta historia se trata de Godar y de las ternuritas de un cachorro que tiene cautivado el corazón de sus fans. NOOO se trata de eso.

Día tras día el tema es Godar para arriba y Godar para abajo. Cuando le pregunté a Irma de donde salió el nombre de Godar su respuesta fue: “espérate chica, déjame que termine de  echarte el cuento”. Nos contó como su esposo se “enamoró” de Godar de una camada de cachorros de seis perritos aunque a su esposo nunca le habían gustado los perros.
 
 
 
 
 
 
 Irma, nos contó como reaccionaron sus hijos y como Godar se convirtió en  el centro de atención de la familia. Solo se remitió a decir que fue su hijo menor quien lo bautizó Godar. Nunca supimos por qué ni cómo se escribe el nombre. Creo que ella tampoco lo sabe y que tampoco le importa ese  detalle.
 

Godar se convirtió en el protagonista de las mañanas. Cuando Miranda pasa por la avenida principal a recoger a Irma, están allí Godar y el esposo de Irma  acompañándola hasta que Irma entra en el carro. Godar anda todo el tiempo con bozal y es la combinación de un perro salchicha con el de otra raza que no queda claro cuál es.

 

 Agotado el tema Godar, -llega un momento en que los cuentos se acaban. ¡Increíble pero cierto!- los días transcurren en escuchar todos aquellos interminables detalles domésticos de preparar la comida, arreglar la tubería que se dañó, llevar la ropa a la tintorería y llevar el carro al taller como una parte muy importante y además protagónica del  pequeño mundo de Irma que neutraliza cualquier otro tema relevante que alguien más quiera exponer.

 

Se estableció entonces un viaje cargado de monólogos interminables protagonizados por Miranda y por Irma una y otra vez. Ambas creían que estaban hablando una con la otra, pero Mayra y yo que quedamos de espectadoras de la situación, nos dimos cuenta de que ninguna de las dos escuchaba a la otra y de que a ambas no les interesaba escuchar a nadie.



Mayra y yo optamos por dormitar en el carro, (con todo y esa voz platanera de fondo),  ya que no era posible hacer otra cosa ante este mano a mano entre Irma y Miranda por tener el control del escenario.
 
Cuando llegamos a  la parada del Metro Bus, Mayra y yo nos burlamos de Miranda y de Irma, repitiendo las frases más resaltantes, recordando los detalles, imitando la voz platanera,  y gozando un montón haciendo la parodia actuada de los cuentos que escuchamos.


 

Una vez que Irma mencionó que había ido a la Ciudad de Mérida, Mayra hizo una picardía para comprobar que Irma  no escuchaba a nadie. Lo que hizo fue decir que…
 

 

Continuará…

 

 

martes, 12 de febrero de 2013

Glorius
















                                                                        Glorius

El lunes de Carnaval fui a ver la obra de teatro Glorius,  en el teatro Trasnocho en El Paseo Las Mercedes.  La obra está basada  en una historia real, sobre una cantante de los años cuarenta que a pesar de tener una voz espantosa,  la fortuna que hereda de su padre hace posible que conquiste las voluntades de los más doctos y de las mentes mas ilustradas de la época. La depresión económica causada por la segunda guerra mundial hace de esta historia una expresión de lo que hace mucha gente para sobrevivir aun en contra de lo que su educación y su conciencia le dicta. La obra se basa en la vida de Florence Foster Jenkins una excéntrica soprano estadounidense (1868-1944)

Uno de los discos que Florence grabó -en 78 Revoluciones- se titulaba: “The Glory of Human Voice”, (luego esto se llevó a CD. Quien quiera perder su dinero comprando esto, adelante) razón por la cual deduzco que pusieron a la obra de teatro este nombre de “Glorius”.

Aún cuando la actuación de Elba Escobar fue magistral y me hizo reír con sus graciosos contoneos - comiquísimos de verdad - mientras “chillaba” algo parecido a un sonido, el argumento de la obra no fue suficiente para llenar el vacío que deja la falta de una trama mas sólida y mejor elaborada. No hubo un “climax”  porque sencillamente la trama comienza y termina prácticamente en  los primeros cinco minutos de la obra. Queda injustamente en manos de los actores rellenar el vacío que el escritor de la obra deja durante la hora y cuarto restante de la presentación. Me encantó la actuación del actor Germán Anzola quien fue decisivo para no dejar decaer la trama. Es una obra que no agota al actor emocionalmente pero definitivamente no puede ser interpretada por novatos porque se requiere bastante experiencia ante este enorme reto de llevar adelante una obra algo “simplona” en su desarrollo  frente a un público exigente que tiene altas expectativas.

La obra original es de un autor británico llamado Peter Quilter y no tengo la información precisa de quien o quienes hicieron la adaptación al estilo colorido local de nuestro país. Aclaro que, no estoy haciendo estos comentarios basada en la obra original porque no la conozco pero si en la obra adaptada que presencié recientemente.

 Florence Foster muere al mes de presentarse en el Carnegie Hall y cumplir su gran sueño.

Quien tenga ganas de reírse un rato y pasarla bien sin muchas pretensiones intelectuales  puede ir a verla y disfrutar de las excelentes actuaciones de nuestros artistas. Todos magníficos. ¡Bravo!. Bien merecían la ovación de pie que hicimos al final.

Florence, aún sin una pizca de talento pudo hacer realidad un sueño que mucha gente con talento no llega a cumplir. Llevando esta reflexión a la mas pura expresión coloquial y criolla diría que, aunque “Dios no le dio cacho al burro”,  el burro puede lograrlo.

En las fotos publicadas al principio de este escrito,  pueden ver a la izquierda a la "cantante" Florence Foster en el poster de promoción de su ultima presentación en 1944; a la derecha nuestra primerísima actriz Elba Escobar emulando el atuendo que usó al finalizar la obra.

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Aclaratoria:
“Dios no le dio cacho al burro”: Es decir no puede darle a alguien algo si no lo merece o no lo sabrá usar.

viernes, 8 de febrero de 2013

Mucho Camisón pa' Petra



Hoy me monté en el nuevo  metro bus denominados "Bus Caracas". Es de color rojo y plateado y según comentan,  importados de China. Tienen aire acondicionado, una pantalla de video, parlantes, para  música o radio, distribuidos a lo largo del Bus. Hay cámaras de seguridad filmando y agarraderas aéreas para los pasajeros a una altura acorde con la estatura media del venezolano.  Los asientos delanteros están dispuestos como si el espacio fuera un salón de fiesta. Es decir, el espaldar de los asientos da hacia las ventana, de manera que los pasajeros del lado derecho del bus quedan de frente a los del lado izquierdo. Hay un paisaje que adorna la parte posterior de cada asiento.  Hay dos asientos con un diseño especial en cuanto a que el material no es plástico sino como felpudo. Por fuera parecieran asientos de peluche.  Supongo que para personas mayores o que tienen algún tipo de sensibilidad especial,  mujeres embarazadas o lesionados.

El bus es bastante bonito y lucía impecable. Comencé a fijarme en los pasajeros y en el bus con mucho detalle. Un hombre fornido con un morral en la espalda estaba apoyado en una baranda de metal en la puerta de salida. La baranda lucía algo endeble para la fuerza del hombre, incluso llegó a temblar ligeramente. Sentí una pequeña angustia: ¿Esto aguantará el trato inclemente de los usuarios de Caracas?  La pantalla de video no funcionaba. Solo se veía una especie de banda blanca típica de la falta de señal. Me sentí un poco decepcionada. El letrero de “Subdesarrollo” apareció en mi mente.

No sé por qué cuando tenemos algo nuevo  que disfrutar en Venezuela tiene que existir paralelamente ese sabor agridulce del que no termina todo con excelencia sino que deja algo  para “luego”.  Después de todo, pensarán los menos exigentes, un bus no es para estar viendo películas o videos, así que… qué más da, además apenas tienes que pagar 1,5 Bs y por ese precio demasiado bien estas paseando.  Lamentablemente, estos valores marginales son los que nos tienen sumidos en el subdesarrollo. Esta forma de actuar donde siempre falta algo, donde hay que conformarse con lo que se tiene sin derecho a  exigir más, donde no hay aspiraciones de mejora, donde los detalles no son importantes y donde además hay que agradecer que al menos tengas un medio de transporte para trasladarte, como si se tratara de una inmerecida dádiva disfrutar de  los beneficios de los servicios públicos.

Lástima que no tenía una cámara para fotografiar el bus por dentro, pero estaré preparada para la próxima vez. Ahora que sé que pasan por la parada donde los espero, iré lista con mi cámara para registrar cómo fueron estos buses en un principio. Quizás se mantengan así o ¿serán mucho camisón pa’ Petra?.

miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Cuantas semanas tenemos en esto?


Primera Entrega.                                                                               

Hoy día, somos cuatro vecinas  quienes salimos temprano en las mañanas en el mismo automóvil. Miranda, mi vecina más cercana gentilmente nos da el aventón hacia alguna zona más cercana a nuestros sitios de trabajo.

Al principio éramos tres: Miranda, Mayra y yo.

Mayra es una vecina que vive al final de la misma calle. La conocí por medio de Miranda quien ya le había dado la cola en algunas oportunidades. Digamos que, yo era, en ese entonces, el último chicharrón de la fiesta. Me incorporé al “club” en el mes de noviembre.

A las cinco y media de la mañana la verdad que no tengo muchos ánimos de conversar. Soy  del tipo de persona que se relaja, escucha música y se echa una dormidita en la parte de atrás del carro. Aunque el viajecito dura unos 10 minutos, lo único que me falta es ronronear como un gato y acurrucarme en el asiento de atrás.   
 

Miranda habla mas que una cotorra eléctrica y  le da por conversar a la velocidad de la luz a esa hora de la mañana.  Para mi representa un esfuerzo algo tormentoso tener que escuchar el monologo  de alguien que solo quiere hablar, hablar y hablar.

Cosas como, asentir con la cabeza, medio sonreír, y decir alguna que otra frase que dé a entender a la otra persona que la estas escuchando se me hace una tarea de locos a esa hora. Mis neuronas están aletargadas todavía. Por tanto, desde mi primer día de transporte insistí en ir en el asiento de atrás.
 

Un par de veces que Mayra dejó de ir le dije: “Te extrañé, me tocó ir adelante, jajajajajaja”

Mayra y yo nos quedamos en la misma parada del metro bus y desde allí ella llega directo a su trabajo mientras a mí me toca hacer dos trasbordos más.
                                                             


A veces no llegamos a tiempo y perdemos el metro bus. Otras veces llegamos antes y conocemos ciertos personajes que esperan junto con nosotras. Tenemos por ejemplo, a un grupito de tres señores mayores a los que Miranda les dice: “Los compañeritos”. Cuando llegamos a la parada y ellos no están, Miranda comenta: ¿…y los compañeritos dónde están? Tenemos el personaje llamado “La coleona”. Una chica de unos 20 años que el primer día preguntó si esa era la parada del metro y olímpicamente se puso de primera en la fila. Hay otra Señora mayor que directamente se coloca de primero por el privilegio que da la edad. Entre  la conversadera y las burlas solapadas que Mayra y yo hacemos de los personajes de nuestro entorno se nos pasan los minutos de espera mientras llega el metro bus.

El trayecto desde esa parada del Metro bus hasta que Mayra llega a su trabajo dura aproximadamente 15 minutos. Ese tiempo lo dedicamos a conversar sobre varios temas. Poco a poco hemos construido  una charla amena de intercambio de opiniones, ideas y aprender una de la otra de las distintas vivencias, lecturas e intereses que tenemos.

                    

Nos estábamos adaptando a la rutina hasta que…                   

                                                                                                   Continuará

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