Decía que estábamos
acostumbrándonos a la rutina hasta que llegó Irma.
Si no leiste la primera entrega... corre a buscarla en este mismo blog..
http://escritoresvenezolanos.blogspot.com/2013/02/cuantas-semanas-tenemos-en-esto.html
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Irma es una
señora de mediana edad que tiene una voz “platanera”. ¿Han escuchado cantar a
Elvis Crespo? Bueno, más o menos esa voz. Su voz arropa toda la atmosfera y sus cuentos
cotidianos acaparan toda la escena.
Irma
trabaja con Miranda en la misma empresa pero en distintos pisos y departamentos
del edificio. Irma se quedó sin carro cuando unos muchachos que andaban de
farra la chocaron por detrás dejando el carro destrozado y sin posibilidad de
moverlo.
El primer
día escuchamos el cuento del choque y los líos de la reparación. ¡NO me dejaban dormir que barbaridad!
Luego,
durante las semanas siguientes, escuchamos todos los cuentos de su perro
llamado Godar (no sé si se escribe así). Nos enteramos de cómo Godar enrolla el papel de baño por toda la casa,
ensucia los muebles y descansa en la cama apostado entre Irma y su pareja.
El esposo insiste en que el perro duerma entre ellos dos. (????????????????)
El esposo insiste en que el perro duerma entre ellos dos. (????????????????)
No se hagan
ilusiones pensando que esta historia se trata de Godar y de las ternuritas de
un cachorro que tiene cautivado el corazón de sus fans. NOOO se trata de eso.
Día tras día
el tema es Godar para arriba y Godar para abajo. Cuando le pregunté a Irma de
donde salió el nombre de Godar su respuesta fue: “espérate chica, déjame que termine
de echarte el cuento”. Nos contó como su
esposo se “enamoró” de Godar de una camada de cachorros de seis perritos aunque
a su esposo nunca le habían gustado los perros.
Irma, nos contó como reaccionaron sus
hijos y como Godar se convirtió en el
centro de atención de la familia. Solo se remitió a decir que fue su hijo menor
quien lo bautizó Godar. Nunca supimos por qué ni cómo se escribe el nombre.
Creo que ella tampoco lo sabe y que tampoco le importa ese detalle.
Godar se convirtió
en el protagonista de las mañanas. Cuando Miranda pasa por la avenida principal
a recoger a Irma, están allí Godar y el esposo de Irma acompañándola hasta que Irma entra en el carro.
Godar anda todo el tiempo con bozal y es la combinación de un perro salchicha
con el de otra raza que no queda claro cuál es.
Agotado el tema Godar, -llega un momento en
que los cuentos se acaban. ¡Increíble pero cierto!- los días transcurren en
escuchar todos aquellos interminables detalles domésticos de preparar la comida,
arreglar la tubería que se dañó, llevar la ropa a la tintorería y llevar el
carro al taller como una parte muy importante y además protagónica del pequeño mundo de Irma que neutraliza cualquier
otro tema relevante que alguien más quiera exponer.
Se
estableció entonces un viaje cargado de monólogos interminables protagonizados
por Miranda y por Irma una y otra vez. Ambas creían que estaban hablando una con
la otra, pero Mayra y yo que quedamos de espectadoras de la situación, nos
dimos cuenta de que ninguna de las dos escuchaba a la otra y de que a ambas no
les interesaba escuchar a nadie.
Mayra y yo
optamos por dormitar en el carro, (con todo y esa voz platanera de fondo), ya que no era posible hacer otra cosa ante
este mano a mano entre Irma y Miranda por tener el control del escenario.
Cuando llegamos a la parada del Metro
Bus, Mayra y yo nos burlamos de Miranda y de Irma, repitiendo las frases más
resaltantes, recordando los detalles, imitando la voz platanera, y gozando un montón haciendo la parodia actuada
de los cuentos que escuchamos.
Una vez que
Irma mencionó que había ido a la Ciudad de Mérida, Mayra hizo una picardía para
comprobar que Irma no escuchaba a nadie.
Lo que hizo fue decir que…
Continuará…
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