Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo

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lunes, 22 de septiembre de 2008

AVENTURA EN EL MAR SARÓNICO. CAP 5



AVENTURA EN EL MAR SARÓNICO
Capítulo 5o


Calcante era un hombre pequeño y delgado, de cabellera grisácea, abundante, que casi le llegaba a las tupidas cejas y una gran barba redonda que le cubría la mitad de la cara; sus ojos eran increíblemente negros y brillantes, y sus movimientos parsimoniosos y bien estudiados. Observé, con regocijo, que sólo Aquiles y Odiseo lo saludaron con un ligero movimiento de cabeza; deduje que el adivino no era santo de la devoción de los otros tres. El gran rey tomó la palabra y sin saludarlo comentó:

- Este hombrecito que ves aquí, vestido de blanco y calzando tan extrañas sandalias, ha osado poner en duda la capacidad del comandante de esta expedición griega y ha cuestionado el poder de la divina Artemis. Dice conocer el pasado, el presente y el porvenir, y aunque algunas cosas pasadas las ha recordado como si fuera un Griego, en sus palabras de bárbaro ha comprometido el porvenir de todos los que aquí estamos. Mi deseo es que habléis con él y que, con el poder que te han dado los dioses, nos digas cómo adivinó los nombres nuestros y quién ha contado a este bárbaro las cosas que nos ha dicho, pues ello me ha hecho pensar que se trata de un espía troyano en contacto con algún poderoso, traidor de nuestras huestes. Solamente él podrá decirnos de quién o de quienes se trata.
- ¡Este bárbaro es un farsante, quitadle la túnica! -gritó con voz chillona Calcante sin pensarlo dos veces.
De un sólo tirón, Aquiles me despojó de la cortina; quedé en franela, pantalones cortos y zapatos de goma; mis lentes cayeron al piso, los cuales recogí rápidamente y me los puse.

- ¡Quitadle esa fuente de magia que ha colocado sobre sus ojos! –chilló de nuevo el adivino.

Esta vez fue Odiseo quien me arrancó los lentes y con sus grandes uñas arañó mi frente que comenzó a sangrar y salpicó sus dedos. Me aterrorizó la fuerza descomunal de este hombre, quien con el sólo roce de sus dedos con mi frente, casi me hizo caer al piso. ¿Porqué tuve que hacer caso a esa aparición? Sentí un miedo profundo y, a pesar del intenso calor reinante en el salón, un frío desagradable comenzó a recorrer mis piernas. Vi a mi alrededor buscando apoyo, pero los ojos de mis compañeros viajeros se desviaban hacia el piso cuando mi mirada se encontraba con las suyas y mi compañera, acurrucada en el rincón del sofá, parecía haberse comido las uñas y las puntas de sus dedos. Cuando estaba a punto de desesperarme, percibí una voz en el centro de mi cabeza: “Ánimo, ya comenzaste, no te acobardes; ese adivino es tu principal enemigo en este instante, anímate, atácalo, no lo dejes pensar”; el coraje regresó lentamente y aunque presentía que era mi fin, intenté un nuevo argumento.

- Te has equivocado Calcante, adivino de malos augurios para la familia Atrida, y tú Odiseo has manchado tus manos con mi sangre de inocente e hijo del dios más poderoso del universo, ya sabes a que te has expuesto, y te digo y adelanto, que tu destino después de esta guerra será terrible; vagarás durante diez años, por mares desconocidos para aumentar el dolor y el sufrimiento de tu mujer y de tu hijo; tu madre ha de morir en tu ausencia y tu padre ha de retirarse a vivir en la más desolada existencia.
- ¡Calladle y matadle de una vez! Gritó Calcante.
¡No! - gruñó Agamenón y desenvainó su espada; también lo hicieron Aquiles, Odiseo y Ajax, Menelao estaba indeciso. El gran rey se me acercó y colocó el canto de su ensangrentada espada sobre mi cuello... a ver charlatán ¿qué tienes que decir?
- ¿No te das cuenta, Oh, gran rey que este adivino de malas pulgas no quiere que hable? ¿Recuerdas quién predijo o interpretó los deseos de la diosa Artemis para sacrificar a tu hija? ¿Sabes de alguna vez que los vaticinios del perverso Calcante hayan estado a tu favor o...a favor de tu familia? ¿No te has dado cuenta que detrás de esos pequeños ojos negros de serpiente venenosa, se esconde una gran ambición de poder que incluye tu vida misma? ¡No confíes en adivinos, los mejores adivinos son la razón y el sentido común!
- ¡No lo dejes hablar gran rey, matadle o lo haré yo mismo!

Agamenón movió su espada y la colocó sobre el cuello de Calcante, seguidamente dijo:

- ¡Callad insensato adivino de malos presagios! ¿No serás tú el traidor de mis temores? ¿Por qué no lo dejas hablar? Esto es algo que no logro explicarme y me llena de incertidumbre, ¿Cómo es posible que el arte antiguo de este adivino no ha sabido traerme nunca otra cosa más que la perturbación y el terror? Ambiciosos y perversos son los adivinos todos; yo quería que se quedara en tierra, pero Aquiles se opuso con tanta vehemencia que no me quedó otra alternativa que traerlo ¿No estarás tú, Pelida, conspirando con esta serpiente?

Aquiles se movió y con su espada desenvainada, se colocó al lado de Calcante para iniciar un iracundo ataque increpando a Agamenón:

- Rey desdichado, causante de tanto dolor y de acciones funestas, no se te ocurra levantar tu espada en contra de este hombre sabio y honesto, en quien los dioses han puesto sus palabras y su confianza; quien ha sido capaz de interpretar los ambiguos e intrincados mensajes que Ptia, la infalible pitonisa del Oráculo de Delfos, comunicó a sus fieles sacerdotes. Él te está guiando en esta gloriosa campaña hacia Troya.

Pude observar, que las arterias del cuello de Aquiles estaban a punto de estallar y para mi beneplácito comprobé que este par de colosos se odiaban. Aunque todo estaba tomando otro rumbo, me convenía que la discusión se centrara en torno al adivino, de acuerdo a la recomendación del dios. Aprovechando que el Pelida se había callado un momento, para escuchar algo que Menelao le susurraba al oído, me entrometí:

- ¿Gloriosa campaña? Por lo menos hasta ahora no tiene nada de ello, sino que por el contrario está llenando de consternación y amenaza con el terror y la conmiseración de una tragedia más para la familia Atrida. Él fue quien te recomendó el Puerto de Áulide en Beocia, para que sirviera de concentración del más poderoso contingente de negras y cóncavas naves que hayan visto los ojos de dioses y mortales en toda la Hélade. Estoy seguro que él sabe, como también lo sé yo, que en esta época del año Artemis abandona esa zona y se va a recorrer la floresta con sus jaurías y su cortejo de ninfas, y que...¡En el Áulide nunca ha existido brisa para navegar en esta época del año, y las consecuencias las estás viviendo ahora gran señor!

El efecto de mis palabras fue tan desconcertante y certero que Calcante no podía salir de su asombro; todo lleno de dudas y de miedo, dio dos pasos hacia atrás y con una rodilla sobre el piso, para complicar más su situación, comentó tímidamente:

- Si ahora estamos viviendo las consecuencias no es por culpa de mi vaticinio, sino por el olvido tuyo Oh, mi gran rey, por no haber cumplido vuestra promesa a la divina Artemis.
- ¡Calla maléfico adivino!, ¿Pretendes llamarme desmemoriado o irresponsable? ¿No te basta con el dolor que ya me estás causando?
- No mi gran señor, no fue esa mi intención, la que sí está bien clara es la intención de este desdichado, de crear la confusión y la enemistad entre vosotros para que la duda, el odio y la maldad llenen sus nobles corazones y la locura inunde vuestros pensamientos.
- Por primera vez escucho algo sensato de tus envenenadas palabras, pero no puedo negar que este insolente ha mostrado sabiduría y valentía, y que habla con gran parte de la verdad.
- Si admites eso, estás demostrando que eres un rey estúpido, con cara de perro y corazón de ciervo -replicó el colérico Pelida- y que admites tener en tus lujuriosos pensamientos a Briseida, que eres un mentiroso y que tu siempre manifiesta preferencia por Odiseo os hará traicionar al gran Ayante en el caso de que mi muerte ocurriera. Pero sabed todos que en la guerra contra la bien amurallada ciudad de Troya yo no he de morir, ya que el mismo Apolo me lo ha dicho, así pues que este insolente hablador está mintiendo.
- ¿Y tú hablas de mentir? –respondí- ¿Te recuerda algo el nombre Pirra? ¿No crees que te mientes a ti mismo al creerte tan valiente? ¿Crees tú, que expondrías tu vida como lo haces si supieras o admitieras que eres un mortal, como lo son tus compañeros? Hay algo que nadie en Grecia sabe, pero que yo sí sé acerca de tu inmortalidad, que tu madre Tetis sufre mucho por ser la causante de ello, pero que tu padre Peleo ignora, aunque lo sospecha.
- ¿Y cómo sabes tú, gusano, que mis padres son Tetis y Peleo?
- Yo sé muchas cosas que ustedes no saben.
- Pero...¡Yo soy inmortal!
- ¡Mentira! claro que no eres inmortal, pero tu condición de semi dios y tu arrogancia no te permiten aceptarlo.

La reacción de Aquiles me indicó que tenía al adivino en mis manos, pero tenía que aprovechar este nuevo arrebato de ira del Pelida. En este momento pensé que me jugaría una de mis más atrevidas y peligrosas acciones, sin pensarlo dos veces se lo solté:

- Tu eres hijo de un mortal engendrado en una diosa; por ello eres un semidios, pero eres mortal porque así lo dispuso Zeus y al mentirte a ti mismo pones de manifiesto que los dioses, y semidioses, son mentirosos según les convenga y si Apolo os ha dicho que en esta guerra no morirás, entonces Apolo te ha mentido y...

Antes que continuara con mi discurso de intriga, la gigantesca y pesada espada de Aquiles cayó a mis pies, todo lleno de ira se quitó el formidable yelmo y lo lanzó al piso; rumiando gritó a todo pulmón:

- ¡Toma mi espada y mátame, si sabes cómo hacerlo, engreido cara de perro!
- ¡No!, Yo no puedo privar al valiente pueblo Griego de uno de sus más corajudos guerreros y no puedo mostrar a los dioses, sin su consentimiento, que sus hijos pueden ser mortales. Aunque me desprecies y veas en mi a un ser insignificante, yo sé cómo quitarte la vida pero no puedo ni debo poner a los troyanos en ventaja contra los griegos.

- No lo haces porque eres un cobarde y un mentiroso. ¡Soldado, toma mi espada y atácame!

El soldado, aterrorizado, bajó la cabeza en señal de respeto, pero Agamenón le gritó: ¡Tómala y atácalo!. Como movido por un resorte el soldado tomó la espada con ambas manos, Aquiles empuñó su lanza y los dos se pusieron en guardia. El soldado atacó primero y Aquiles, que podía bloquearlo fácilmente, apartó su lanza para que la espada se estrellara estrepitosamente entre el hombro y su cuello, rebotando con un sonido de trueno y levantando una nube de chispas multicolores. Luego Aquiles, con movimientos felinos, se apartó unos pasos hacia atrás y semi arrodillado lo ensartó con su lanza por el estómago, atravesó sus pulmones y lo levantó hasta que el cuerpo del soldado se deslizó por el asta; previniendo que la negra sangre llegara a sus manos, lo arrojó con la lanza sobre el teclado de los músicos.

Ayante enfurecido se adelantó con su gigantesco escudo, forrado con siete cueros de buey, y su mortífera espada amenazante, pero Odiseo se interpuso entre ellos.

- ¿Te has vuelto loco, amado y respetado hijo de Telamón?
-¿Me has llamado loco, tú cobarde Laertida? ¡Yo no soy loco! Discúlpate o te irás a dormir al Hades en este mismo momento.
- Disculpa, pensé que habías perdido el juicio y la compostura.
- ¿Y no pierdes tú la compostura y el juicio, cuando este insensato mata a mansalva a un guerrero hijo de Grecia, sin pensar que como todos nosotros él ha dejado atrás a esposa, padres e hijos para defender la honra de este rubio y afeminado cornudo? ¡Es mejor que siga contemplando la luz del día un sólo hombre, sólo uno, que miles de mujeres!
Menelao apretó sus dientes y Agamenón se dio cuenta que había perdido el control de la situación, que era necesario intervenir de inmediato, antes de que los iracundos guerreros iniciaran su danza de muerte; tan fuerte como pudo gritó:

- ¡Calmaos, calmaos ya, hijos de la gran... Grecia! ¡Y tú engendro de Eris, no vuelvas a abrir la bocota sin que yo te lo permita, pues os cortaré la lengua! ¡Menelao, id en busca del Prudente Néstor! Aquí lo que hace falta es un hombre calmado, verdaderamente sabio y no este infame adivino que ha ocasionado semejante desastre.

FIN 5o CAP BLOG

3 comentarios:

Lilisú dijo...

Excelente! cada vez escribes mejor...

Julian dijo...

Lilisú: Gracias a ti provoca seguir escribiendo.

Lilisú dijo...

tienes un conocimiento de la mitología griega impresionante, muy creativa e ingeniosa tu historia como un viaje en el tiempo conociendo esos personajes... me gusta bastante!,

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