

El accidente y exitoso rescate de los 33 mineros chilenos atrapados a más de 700 metros bajo tierra durante 70 días, puso en evidencia la demostración de todo un pueblo y un Presidente que no escatimaron esfuerzos en aras de un objetivo, para asombro del mundo y orgullo de sus nacionales.
Considero pertinente entonces, citar la máxima de Federico "El Grande " de Prusia cuando afirmaba: "El hombre que pone el corazón en lo que quiere, consigue soluciones donde los indolentes e incapaces se dan por vencidos" (Que Dios guarde al grande pueblo de Chile)
Invariablemente se aviene a mi memoria la noticia de la tragedia del KURSK en agosto del 2000, imaginándome la impotencia y la soledad de aquellos pobres marinos (118), condenados a muerte en un sarcófago de acero de poco más de los 150 metros de longitud, a 108 metros de profundidad en el Mar de Barent, y que tuvieron tiempo para decir sus últimas oraciones, escribir cartas y tomar conciencia de su inminente y pavoroso final.
De igual modo, ni hablar de la tragedia de los 65 mejicanos en el 2006. "Gloria y Verguenza", como dijera alguien: Gloria para Chile y Verguenza para México.
Pese a todo, me anima la convicción de que la mayoría de los países del mundo tomarán las medidas adecuadas para reducir al mínimo la ocurrencia de estas grandes tragedias que tantas vidas han cobrado a través del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario