Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo

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lunes, 5 de enero de 2009

MONÓLOGO DE TRANSFORMACIÓN




Hermoso contemplo el amanecer que la Aurora, la de los dedos rosados, hija de la mañana, trae a mis ojos en el puerto de Áulide, en Beocia. Sin duda que este es el más notable compromiso en mi humilde existencia. La alianza de los ejércitos aqueos decidió poner en mis manos la gran responsabilidad de recuperar el honor Griego, perdido ante los bárbaros por el rapto de Helena, que dejó al querido y rubio Menelao triste y melancólico. Mil ciento ochenta y seis negras y cóncavas naves están a mi disposición y yo he de cuidar con mi vida la vida de cada uno de los sesenta mil amados soldados aqueos, los de las bellas grebas. Cada uno de ellos siente su propio dolor y no el del otro por dejar atrás a sus caras mujeres y pequeños hijos, pero mi corazón no sólo sufre por los míos, sino por ellos y por la polis ausente.

El favor de los dioses está de mi lado y me permite contar con los más gloriosos guerreros de toda la Hélade: Aquiles el Pelida, hijo de Peleo y Tetis, comandante de los poderosos mirmidones, descendiente de Zeus por linaje; Odiseo, el astuto conductor del contingente de los cefalenios, considerado, en astucia, a Zeus comparable y con Ayante el fuerte y valeroso guerrero hijo de Telamón, portador del terror de Ares, azote de los mortales y el más fuerte después de su primo Aquiles. Cuento también con los valiosos consejos del orador sonoro de los pilios, el de la palabra suave: el Prudente Néstor, de los viejos por mi el más querido, y de Calcante, el de Micenas, hijo de Téstor y nieto del dios Apolo, quien le dio el don de la profecía. ¡Qué bien se siente estar con ellos y ser el conductor de los mejores guerreros que jamás haya existido en todo el universo!

Hay algo que me preocupa, el prudente Nestor no está muy de acuerdo con mi idea de concentrarnos en el Puerto de Áulide en Beocia; para mí, este es el mejor sitio pues me lo recomendó el adivino Calcante. Sus aguas son tan tranquilas que nos ha permitido la formación múltiple de las cóncavas naves; me parce que es lo mejor que se podía seleccionar, pues por boca de Pitia el dios ha augurado una larga campaña. Además, y esto es lo que más me satisface, ello me ha permitido estar cerca de Clitemnestra, mi hermosa y honesta mujer, sentar en mis piernas a mis queridos hijos: Ifigenia, que en belleza sólo su madre es comparable, de Electra y Crisótemis, pero especialmente a Orestes que es tan pequeñito y...de Gilisa, su nodriza, a quien aún puedo visitar para mejor sazonar el placer que su amor me está proporcionando.

Al salir de Áulide todo cambiará, dejaré atrás a mi amada familia y aunque el fiel Demodocos me juró que con su vida habría de cuidarla, a mi esposa no le pareció nada buena la idea y logró convencerme de que el fiel amigo ya estaba viejo y no servía para nada; la verdad es que no entiendo por qué dijo lo último. Algo que me contaron, a mi me cuentan muchas cosas, fue que Egisto está deseando y acosando a Clitemnestra, ...¿No será qué... ? Humm... No, no, no puede ser porque Egisto, a pesar del odio que le profeso, me tiene sin cuidado: no quiere ser héroe y en absoluto le preocupa la gloria y el prestigio de la guerra y ha preferido quedarse con las mujeres. Seguro que los dioses están involucrados porque ellos se meten en todo, claro que para guiar nuestros pasos; saben que si se viene con los de bellas grebas lo más seguro es que su cuello termine en mi espada.

Acepté la propuesta de Clitemnestra porque el pobre Demodocos ya está ciego y, por otra parte, porque mi mujer se encolerizó ante mi negativa inicial. Por supuesto su reacción era fácilmente de predecir, pues ella vive cual serpiente desde que nos casamos y nunca me ha perdonado que, para poder hacerlo, tuviera que matar a su primer esposo e hijos. Bueno, al fin y al cabo ella no es más que una mujer y, de acuerdo a lo que me han contado, a mi me cuentan muchos chismes, Príamo y Hécuba, los reyes de Troya, tienen una hija llamada Casandra que es la propia hembra y que, además, tiene la virtud, que le concediera Apolo por no entregarse a él, de que siempre dice la verdad al predecir lo porvenir, pero nadie cree lo que dice ¿Cómo lo ven? ¡Será la amante perfecta! Sin embargo, consultaré con Calcante a ver si es verdad que es un buen adivino.

A propósito de Calcante... ¿Me podré fiar de él? La verdad es que ese tipo es una cosa rara y siempre ha traido pura desgracia para la familia Atrida, no sé porqué acepté que Aquiles lo incluyera como nuestro adivino y como uno de los miembros principales del Ágora ¡Qué bolas! Yo nunca le he tenido confianza, quería que se quedara, pero el Pelida practicamente me obligó a que se viniera con nosotros. Ahora me arrepiento, he estado sintiéndolo presionar desde distintos sectores y con esa actitud el sueño me está quitando y está perturbando mis pensamientos. Últimamente lo he notado, junto con Menelao y los tres terribles guerreros, con una reunidera que me hace sospechar y dudar de sus inmediatas intenciones. ¿Será qué la envidia ha tomado posesión de sus palabras y de sus cuerpos? ¿Cómo hago para controlarlos? ¿Por qué los dioses habrían de abandonarme, si prácticamente lo he dejado todo para vengar el mancillado honor Griego? ¡Oh Zeus! ¡Oh madre mía! ¡Alumbradme! La astucia envidiosa de estos hombres quiere arrebatarme, en un instante, mis honores y mi futura gloria. Por ninguna razón he de permitir que sigan reuniéndose, pues de hacerlo ha de brotar la conspiración de sus aladas palabras y la traición de sus oscuros pensamientos.

A pesar de este alto poder que he recibido, tengo que confesar que nunca he estado de acuerdo con este conflicto, me parece ridículo pelear una guerra por una mujer. No puedo comprender porqué Zeus permitió que el miserable Paris se llevara a la hermosa Helena, comparada en belleza e inteligencia a la más divina de las mujeres griegas: mi fiel Clitemnestra, su hermana. Por razones obvias yo no puedo dar crédito a ciertas habladurías, pero...tal vez todo se debió a lo que se comenta en toda la Hélade, de que las hijas de Tindaro están condenadas al adulterio, pues su madre, Leda, estando preñada de éste, fue seducida por Zeus transformado en cisne, lo cual provocó la ira y esa maldición de su mujer, Hera la de ojos de novilla. Claro que no puedo creerlo porque mi mujer es muy fiel, prefiero pensar y estoy casi seguro de ello, que lo que sucedió fue que como Helena es muy ardiente, como su hermana, el rubio Menelao no fue capaz de complacerla. Tampoco creo que para seleccionar al marido de su hija, Tindaro haya ideado involucrar a los pretendientes mediante juramento, para que juntos defendieran el honor de Grecia en el caso de que alguien raptara a Helena ¿Porqué habrían de raptarla? Nojoda ¡Ni que fuera adivino! No, no creo que él nos haya metido en esta calamidad que nos aflige; lo que he escuchado, recuerden que a mi me cuentan muchas vainas, es que quien ideó tal ardid fue el cara de perro Odiseo, ique apiadándose de Tindaro por el gran problema que tenía; cuando se dio cuenta que él, que era uno de los pretendientes, no podría quedarse con Helena le propuso a Tindareo todo este enredo. A cambio logró que éste, agradecido, le entregara al bomboncito de Penelope, su sobrina. Esta versión no la dudaría en absoluto, pues hay que ver que este tipo se las trae cuando de inventar marramucias se trata; sin embargo, a pesar de que se dice tan valiente, hasta el loco se hizo para tratar de no venir a la guerra.

Volviendo con lo de mis sospechas, recientemente sentí el soplo divino de Eris en mis oídos y, aunque sé que ella es medio tracalera, me ha inspirado cómo habré de controlar las envidias de mi hermano, del adivino y de los tres despreciables guerreros. A Menelao puedo manejarlo a mi antojo, siempre lo he hecho; al envidioso e iracundo Aquiles le tengo una sorpresa: en su travesía hacia Áulide, los hijos de los varones aqueos le dieron como retribución una preciosa hembra de bien marcado talle: Briseida, la de las hermosas mejillas; estoy seguro que si se la quito se muere de la arrechera y nos abandona; con él se iría el adivino que es como su perro faldero. Con Odiseo la cosa es un poco más difícil pues es muy astuto el hijo de…Laertes, pero tiene una debilidad muy especial por las armas bien labradas y ricamente adornadas y pulidas; bien sé que haría cualquier cosa por ponerse en las armas del Pelida, a quien envidia y teme, cuyas armas fueron forjadas por Hefesto. ¿Y Ayante? Bueno, él es medio loco, debo ser muy discreto con el hijo de Telamón, ya que por quítame esta paja es capaz de degollar al mismísimo Zeus; justamente esa capacidad de enloquecer es la que voy a orientar hacia Odiseo para que se peleen entre sí, pues de esa pelea las únicas ganadoras han de ser las Erinias, quienes habrán de perseguirlos hasta en el inframundo, de ser necesario. De todas maneras, ¡Yo soy el poder legítimo!, tengo a mi disposición la fuerza y la violencia, que son sus atributos esenciales; cuando quiera los elimino, ya sea con la astucia, la palabra o con las armas.

Por supuesto, que todo este plan es para desarrollarlo después que arrasemos y saqueemos a la de amplias calles y bien fortificada ciudad de Troya, porque ellos son mi garantía de triunfo, no tengo la mínima duda; mientras tanto, he de mantenerles separados. Después de tanta tragedia, tanto dolor y tantas lágrimas en mi familia, por fin llega el ansiado poder a mis manos y la añorada felicidad a mi espíritu. ¡Hasta aquí llegó la tragedia de la familia Atrida!

Hace poco vino Euribates, mi heraldo, para avisarme que tenemos una asamblea especial, porque ique hay mucha preocupación por la falta de viento favorable para mover las negras naves. Espero que el viejo ese, Néstor, no se haya metido a conspirador y chismoso y esté sembrando inquietud y zozobra para convocar esta reunión. De todas maneras, me tiene sin cuidado pues yo soy el que manda aquí y, además, lo que ellos no saben es que la diosa de este calmado lugar, Artemisa, es una de mis protectoras y no tardará en cumplir cualquier ruego mío, pues, cual conviene, variadas y múltiples hecatombes, con pingües muslos de toros y de cabras le he ofrecido y he bebido el vino que jode en su nombre; sin embargo...aunque no estoy seguro, me parece recordar, mejor dicho, siento como si algo que le prometí se me hubiese olvidado. Bueno...me voy al Ágora, después les sigo contando.


F I N

Bibliografía: Ifigenia en Áulide, una tragedia de Eurípides datada en el año 409 a. C.

4 comentarios:

Lilisú dijo...

FEliz año Julian!
gracias por este hermoso regalo de Año nuevo!,
me encantó!
me llama la atención como tu escrito comienza con la reflexión de Agamenón en un lenguaje literario y progresivamente se "venezolaniza" sin pasar a ser chocante.

Recien saliendo de la epoca navideña y recordando la cancion de si la virgen fuera andina y San Jose de los llanos, esto es como una versión greco-venezolana muy original,

te felicito!.. espero que Agamenon nos siga echando el cuento cuando termine su reunión en el Ágora...
un abrazo!
felicitaciones! deslumbrante como siempre!
Gracias de lilisu

Julian dijo...

Feliz año querida amiga! La respuesta de Agamenón a la reunión en el Ágora es una tragedia cdm, como todas ellas; la respuesta es que te leas Ifigenia en Áulide,de Euripides, "pa que sufras"

Lilisú dijo...

Me voy a poner a llorar:

Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!

Julian, yo quería seguir leyendote a ti...

un abrazo...

Ele dijo...

Felicité a Lilisú por su minicuento y Julián me recordó que todavía puedo darles el feliz año. Coincido plenamente con el comentario de Lilisú acerca del lenguaje literario que se venezolaniza progresivamente hasta llegar a nuestras sabrosas expresiones. Me reí mucho imaginándome a Agamenón diciendo Nojoda en medio de una arrechera, tal cual como el mismísimo Hegemón criollo. Me sigues abrumando Julián con el manejo de los personajes griegos, cuyos nombres y genealogía nunca logro retener. Adelante los Tres Mosqueteros en su versión moderna, que incluye a Lilisú (¿trasmutándose en Aramis,en Portos, o en Aramis?). Un abrazo, pronto les envío algo además de la cita de hoy.

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