Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo

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domingo, 30 de marzo de 2008

El Pollo de la Clase

En la clase hay un niño con el apodo más adecuado de todos los apodos. Ricky era el propio pollo desplumado. Era muy muy blanco. A través de su fina piel se podían ver sus venas, su cabello rojo, abultado en la parte mas alta, parecía una cresta.

Por eso los más exagerados de la clase le decían que tenía la nariz como un pico de ave y que le estaba saliendo la barba roja que le guinda a los gallos. Un rumor así viaja como un rayo de boca en boca. Al poco tiempo, todos estábamos seguros de que Ricky terminaría convirtiéndose en un verdadero pollo gigante.

Comenzó a correr la voz y todos a fijarse sin disimulo en su cara.

A la hora de la merienda, en el sitio donde se sentaba, le ponían un montoncito de piedritas y maíz con un cartelito que decía “picar aquí”.

Ricky estaba muy molesto, faltaba mucho a clases y comenzó a mirarse al espejo con mucha frecuencia. Le parecía que tener barba y bigote estarían bien, si ya fuese un adulto. Aunque no veía nada raro en su cara, se preocupaba porque, si tantos compañeros lo decían, debía ser por algo.

Una tarde le preguntó al más estudioso de sus amigos, Darwin, que si era posible que un ser de una especie se convirtiera en otra. Por ejemplo, un ratón en un perro o un gato en una cucaracha.

Darwin le dijo que desde luego, todos al crecer y envejecer cambiamos de forma y hasta de color. Como unos monos que nacen color naranja y poco a poco van tomando el color marrón de sus padres. Pero también hay casos, muy raros, en los que las transformaciones son muy especiales y terminan parecidos a otros seres diferentes a sus parientes.

Ricky, más sudado que pollo en brasas, seguía escuchando las explicaciones de su sabiondo amigo. Este le habló de la conversión de los renacuajos en ranas, que pasan de ser parecidos a peces con branquias a ser saltarines que comen insectos y croan en las charcas. También de las orugas que dejan de ser gusanos para ser hermosas mariposas. De las larvas de libélula que pasa de ser como un submarino con arpón para atrapar renacuajos a ser un insecto volador muchas veces atrapado por los sapos adultos.

Por si fuera poco, le contó de unos peces que nacen hembras y se convierten en machos.

Darwin le explicaba, con mucho dominio del tema, que todo en la naturaleza tiene su razón de ser. Muchas crías se mantienen a salvo del peligro gracias a sus diferencias. Quizás tu barba sea como la papada de los orangutanes que les sale en señal de poder y experiencia.

Y agrega, - Es la evolución, quizás tus cambios inician una nueva generación más avanzada y todos quieran ser como tú. De ser un simple niño puedes pasar a ser el primer humano que vuele ¿Te imaginas?

Desde entonces Ricky no dejaba de verse los brazos y las manos pensando que en cualquier momento le comenzarían a salir plumas. Hacía las cosas normales de su edad pero con esa preocupación constante que no se atrevía a contarle a más nadie. A sus padres ni pío, no sea que les diera pena tener un hijo que al crecer dirá “Rickikikikiriki” todas las mañanas sobre un tejado.

Un domingo cuando fue con sus padres a una feria. Vio a unos niños que jugaban a los dardos. Emocionado también quería jugar pero al ver el premio que entregaban, se le quitaron las ganas. Eran unos pollitos. Se puso a llorar y tuvo que contarles todo a sus padres.

Al principio éstos se rieron un poco y le explicaron que los niños tienen mucha imaginación que es alimentada por la televisión y los programas de computadoras pero que no es posible que un niño deje de ser humano para convertirse en otro animal. Somos animales pero de la especie humana y así seguiremos siendo hasta nuestra muerte.

Ricky preguntó, - ¿Pero y qué me dicen de la evolución, que de una generación a otra se van sumando cambios para ir mejorando la especie?

El padre le contestó. - En los seres humanos esos cambios se hacen notar al cabo de miles de años como los cambios entre los primeros cavernícolas que parecían monos y el hombre actual que es menos peludo, habla, razona y camina erguido.

Ya más aliviado, Ricky preguntó -¿Entonces faltan muchos años para que los humanos podamos volar con alas propias? y los padres dijeron que quizás nunca sea posible, por eso inventamos artefactos que nos ayudan a hacer más cosas como los aviones para volar y eso también es evolución.

El padre le dijo, - Cuando tenía tu edad también me echaban broma, me llamaban “Piolin”. Casualmente mamá tiene una foto de cuando yo era niño ¿Ves? muy parecido a ti.

- Entonces, ¿Dejaré de parecer un pollo y me pareceré a ti, papá?, dijo Ricky.

- Si claro, contestó su padre.

Complacido con las respuestas de sus padres, Ricky se dispuso a disfrutar de la feria y lo hizo a lo grande.

Cuando volvió al colegio y le echaban broma, se reía de los niños que trataban de molestarle.



Autor: Loana Bracho. Escritora Venezolana

2 comentarios:

Julian dijo...

Bravo Loana, excelente cuento. Su temática muy real pone de manifiesto cosas tan interesantes como la crueldad infantil y la importancia de la comunicación entre padres e hijos.
Ojo con la puntuación. Si no es intencional, revísala bien. Si es intencional te agradezco aclararme cual es la idea de hacerlo así.

Imagina Cuentos dijo...

Gracias por tus comentarios.
Me has motivado.
Quizás después de revisarlo unas cuantas veces más le consiga muchos detalles. Lo publiqué muy pronto, sin dejarlo reposar. Pudo ser mejor pero se trata de no quedarme con las ganas de expresarme.
Supongo que te refieres a que hay un párrafo un poco largo.

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