Escritores venezolanos. Conversando y Escribiendo
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martes, 11 de noviembre de 2008
La Caja de Creyones
La Caja de Creyones
Recuerdo que estaba al principio del año en mi primer grado en el colegio cuando me di cuenta de que todas mis compañeras tenían cajas de creyones nuevas. Bueno, yo también tenía una caja de creyones nueva pero era solo de 6 colores. Muchas de mis compañeras tenían cajas hasta de 24 colores. Cuando nos mandaban a dibujar yo me quedaba contemplando extasiada los distintos tonos de azul, de marrón de verde y de gris de las cajas de colores de mis compañeras, que tenían mas colores que yo…por mas que pedía una caja de 24 colores, no me la daban, que con 6 era suficiente que no había plata para comprar mas y así era siempre…
El año escolar transcurría hasta julio cuando mis creyones ya estaban chiquitititos de tanto uso. Para el siguiente año, volvía a pedir una caja de colores nueva. Recuerdo que en quinto grado mi caja de colores llegó a 12 colores, todo un acontecimiento para mi.
Luego que fui creciendo y los años fueron avanzando le iba dando menos importancia a los creyones. Eso ya pasaba a ser cosa de niñitas…
Mas tarde siendo adulta me compre por curiosidad una caja de creyones de 24 colores. Si me había logrado comprar tantas cosas, era ya adulta y no dependía de nadie, ¿Por qué no regalarme la caja de creyones?
Compré la caja, la abrí, y contemplé los colores. No sé por qué pero me parecían pocos colores y no veía la caja tan grande como en aquel entonces. La puse en un estante y como tenía varias cosas que hacer, pensé en sacarle punta a los creyones en la noche y quizás ponerme a pintar.
Pasaron varios días y me había olvidado de la caja. En realidad tuve que reconocer que ya no me producía ninguna emoción. La caja de creyones sigue allí, quizás esperando que alguien la utilice.
Muchos años mas tarde me he dado cuenta de que me ha pasado algo parecido en algunas situaciones laborales donde había esperado el sueldo o el cargo o una mejora en las condiciones de trabajo. La diferencia, es que como adulta, ya no estaba dispuesta a esperar mucho tiempo. Me ha sucedido que, cuando he puesto la renuncia entonces es cuando repentinamente se abren los caminos que se habían cerrado en el lugar que estoy dejando, pero la ilusión de seguir allí se ha desvanecido. Pareciera que algo se hubiese desprendido desde adentro de mi y me resulta indiferente lo que pase o deje de pasar en ese lugar.
Una amiga me comentaba si no se trataría de orgullo. La verdad que no, sinceramente se trata de que pierdo completamente el interés.
Supongo que debe ser un fenómeno parecido a lo que pasa la gente cuando pasa hambre por mucho tiempo y luego no puede comer porque no tolera el alimento.
Quizás hay cosas que nos hacen felices a cierta edad o en cierto período de nuestras vidas y pasado el momento, dejan de tener sentido. Por otra parte, nuevas cosas, retos o situaciones aparecen que nos producen más satisfacción.
Cuando recuerdo la caja de creyones y todos los años que esperé para tenerla, he llegado a la conclusión de que quiero tener una nueva caja de creyones todos los días. Cuando digo caja de creyones me refiero a algo nuevo que me entusiasme y que yo me pueda proporcionar por mi misma.
He de reconocer que la paciencia no ha sido y dudo que sea alguna de mis virtudes.
Después de todo he decidido que si hay algo que me puedo dar o disfrutar en corto tiempo, pues que venga y adelante; de lo contrario me busco otra caja de creyones. He comprobado que me puedo desprender de lo que ya no pude obtener. Debe estar en mí buscar nuevas y mejores satisfacciones. Quizás, esto último sea, para mi, lo más difícil de alcanzar.
Todavía tengo la caja de creyones en el estante. ¿Por qué? No lo sé. Espero que, con el tiempo, los colores me sigan enseñando lo que me falta por aprender…
Quizas regale la caja de creyones o a lo mejor termino pintando algo, quien sabe...
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3 comentarios:
Bravo Lilisú, vuelven tus reflexiones confesionales que son de lectura muy agradable. Mezclas lo confesional con tu filosofía de vida y con reflexiones acerca de la vida diaria. Tenias tiempo sin manifestarte, recuerda que tu eres la creadora y el alma de este blog, no nos abandones, Julián y yo te necesitamos.
Y no se te ocurra no hacerle caso a Ele, tiene toda la razón:"Te necesitamos" ¿Porqué? Porque son muy agradables tus confesiones reflexionables.
Me despertó ternura. Te imaginé pequeñita soñando con los matices de la realidad, respetando los contornos y los colores ajenos. Me hizo reflexionar en lo que es importante para cada quien a diferentes edades. Para tus padres quizás más que la economía era importante no fomentar el consumismo. Ahora mi esposo y yo tratamos de hacer lo mismo con nuestros hijos pero la verdad es que hay una presión social enorme. El caso es muy claro con los móviles. El mío es de hace casi 5 años y pienso que lo conservaré mientras suene porque no lo necesito sino para hacer y recibir llamadas en cambio para ellos es un símbolo de status y de bienestar, al menos así lo valora uno como padre. Necesitan estar siempre comunicados con sus amigos, mientras que con nosotros lo justo necesario. Cosas de la edad... pero si la conclusión es la misma no vale la pena acumular ansiedades por las cosas que uno puede regalarse a sí mismo. Como dicen "la vida son two days".
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