La “Tragedia de Macbeth”, como fue llamada originalmente, tiene antecedentes históricos en sucesos narrados en la obra “Scotorum Historiae” de Héctor Böethius, publicada en París en 1526 y traducida en 1541 al escocés por John Ballenden. A su vez Holinshed se basó en ésta obra para publicar, en 1577, sus “Chronicle of England, Scotland and Ireland”, de la cual finalmente tomó Shakespeare libremente sus materiales para elaborar sus dramas, particularmente Macbeth, acerca de la historia de Escocia e Inglaterra. Algunos críticos creen que Middleton, autor de “La Bruja” (“The Witch”), publicada en 1610, modificó posteriormente algunas partes de “Macbeth”, y hasta se ha hablado de plagio, sin decir de quien a quien (Shakespeare, 1951).
La acción se desarrolla en 5 actos, en Escocia, menos el fin del acto 4 que se ubica en Inglaterra. En síntesis es la historia del General Macbeth, Barón de Glamis, del ejército de Duncan, Rey de Escocia, quien demuestra su valor en la guerra contra Suenio, Rey de Noruega. Por su valor y merecimientos, el rey le concede el título de Baron de Cawdor.
Antes de enterarse de esa distinción las Brujas se lo anticipan y además predicen que será rey. Estimulada así la ambición de Macbeth, inicia su carrera de crímenes con la muerte del Rey, en complicidad con Lady Macbeth, para sustituirlo. Luego la de Banquo, su compañero, también General, quien representaba un obstáculo futuro porque las Brujas habían predicho que sería rey, e inauguraría una dinastía; Macbeth en cambio no tenía hijos y por lo tanto lo sucedería alguien extraño a la familia.
En una segunda consulta, las brujas aparentemente tranquilizan a Macbeth, cuando le dicen: “Sé sanguinario, osado y sin temor, / ríete de cualquiera y su poder: / ningún hombre nacido de mujer / de Macbeth podrá ser el vencedor.” Pero por otra parte le presentan la visión de un niño coronado de rey, quien inauguraría la dinastía de Banquo. De allí en adelante, Macbeth vive obsesionado con sus crímenes y con la lucha por mantenerse en el poder. Hasta que finalmente Malcolm, el hijo del fallecido rey Duncan junto con sus nobles arman un ejército, derrocan a Macbeth y lo matan.
El móvil de Macbeth y su esposa, la ambición, que los llevaba directamente a la catástrofe, hacía pensar que la obra de las más cortas, sencillas y lineales, de Shakespeare, resultaría simplista. No sucedió así porque está basada en el Hado, el destino escrito en los astros, que se presenta en forma encubierta por medio de los oráculos. Si se interroga al oráculo revelará el destino en forma engañosa, para prometer el cumplimiento de la ambiciones del que pregunta, pero llevándolo en realidad a la perdición.
Algunos críticos (Shakespeare, 1999, p.18), toman como un gran acierto en la construcción de la tragedia de Macbeth, “el desdoblamiento de la ambición en dos personajes, Macbeth y la señora Macbeth, y en dar precisamente a ésta la más inexorable resolución, que la lanza a matar sin temblor ni duda, mientras que Macbeth conserva algo de la humanidad de la indecisión y el remordimiento”.
Macbeth es engañado con la verdad por las Brujas porque ya él previamente tiene una gran ambición de poder, su catástrofe no vendrá como en los héroes griegos, de las decisiones externas e ineluctables de los dioses, sino de sus decisiones, moralidad y libertad para actuar. Las Brujas no hacían otra cosa que confirmar lo que él quería saber, para reforzar las decisiones que estaba considerando.
Por eso al final, cuando Macduff lo enfrenta físicamente y con la verdad: “Desespera de tu hechizo, y que el ángel diabólico a quien has servido siempre te diga que Macduff fue arrancado antes de tiempo del vientre de su madre”, reconoce haber sido engañado y exclama: “Maldita sea la lengua que me lo dice porque ha acobardado mi mejor parte de hombre: y que nadie crea más a esos demonios engañadores que nos enredan con un doble sentido, y cumplen la palabra de la promesa para nuestro oído, quebrantándola para nuestra esperanza. No lucharé contigo.” (Shakespeare, 1999, p. 330)
En síntesis, una obra que argumentalmente resultaba plana, sencilla y lineal (como se indicó anteriormente), es convertida por el talento de Shakespeare en una de sus mejores obras dramáticas, “es la tragedia de la ambición, que se desarrolla hasta adquirir proporciones épicas” (Shakespeare, 1951, p. 96). Aunque está basada en hechos históricos porque Macbeth efectivamente vivió y reinó en Escocia, y el personaje de Banquo representa la dinastía de los Estuardos, que ocupaban los tronos de Inglaterra y Escocia en tiempos de Shakespeare, esos hechos fueron utilizados sólo como referencia para elaborar sobre ellos, como una excusa para desarrollar el drama.
Los hechos históricos fueron apenas aludidos en cuanto convinieran al desarrollo de la obra, no guardan ninguna relación con los efectos que hayan podido tener en la historia posterior del país donde Macbeth vivió y cometió sus crímenes. El héroe shakesperiano supedita la acción a la pasión, la ambición en este caso; tiene sentimientos mezquinos y contradictorios, como los de cualquier persona del pueblo. En consecuencia Shakespeare comienza a democratizar el honor, acercando así el héroe al pueblo.
En tal sentido el héroe moderno es más real, más cercano a la gente de su entorno y por lo tanto más creíble. Su suerte no está determinada por las decisiones impuestas por los dioses, como sucedía en la antiguedad griega, sino a su propio discernimiento para lidiar con el destino, que es para Shakespeare un misterio. Sus decisiones son individuales, adaptadas a las circunstancias.
Macbeth es un héroe práctico, responde a las circunstancias y por lo tanto su individualidad se opone a la moral; no manifiesta preocupación ni interés por asuntos nacionales. Sus virtudes ambiguas reflejan la ética protestante de su época y lugar, caracterizada por el pragmatismo y el individualismo, rasgos que aunados al interés por el dinero dieron origen al capitalismo.
Para concluir señalaré dos diferencias fundamentales entre Macbeth y las tragedias que le precedieron: 1) la creación, mediante los personajes de Macbeth y Lady Macbeth, de un héroe bifronte para representar la ambición desmedida y el deseo de poder; y 2) la actitud del héroe ante los oráculos.
En el primer caso me parece que se le ha dado poca importancia al papel de la mujer en esa pareja siniestra, al poder de Lady Macbeth para convencer al marido de la necesidad de pasar del pensamiento y la duda, a efectuar los crímenes que concebía. Curiosamente, en Otelo, Shakespeare para referirse a las supuestas relaciones sexuales clandestinas entre Otelo y Desdémona, las presenta de esta manera en boca de Yago (quien se dirige a Brabancio el padre de Desdémona): “Soy uno que viene a deciros que vuestra hija y el moro están haciendo ahora la bestia de dos espaldas”. En un contexto completamente diferente, se habla aquí de la unidad de la pareja, representada en un extraño ser de dos espaldas (Shakespeare, 1951, p. 1467) .
En el segundo caso, la actitud del héroe ante los oráculos es totalmente diferente a la que aparece en las tragedias griegas. Macbeth reconoce al final que ha sido engañado y recomienda no creer en “esos demonios engañadores que nos enredan con un doble sentido”.
REFERENCIAS
Shakespeare, William (1951). Obras completas. Madrid: Aguilar, S.A. de Ediciones.
Shakespeare, William (2000). Hamlet. Macbeth. España: Editorial Planeta, S.A. (Edición especial para El Nacional)